El Palacio de Viana es una de las principales viviendas solariegas que conserva la ciudad. Comenzó a levantarse en el siglo XV, con los señores de Villaseca, y desde entonces ha pasado por diversos propietarios, por grandes casas de la nobleza que fueron dejando su huella en el edificio. Su última dueña, Sofía Amelia de Lancaster y Bleck, condesa de Viana, lo vendió, viuda y sin descendencia, a la entidad financiera Cajasur en los años 80 y desde entonces forma parte de la oferta cultural y patrimonial de la ciudad.

Fueron estos últimos marqueses los que le dieron al palacio su actual trascendencia, como señala el director del Palacio de Viana, Leopoldo Izquierdo, «porque hasta llegar ellos aquí había una zona muy reducida destinada a la residencia de los marqueses» y el resto era para el servicio.

Fueron ellos quienes «replicaron» algunos de los salones que tenían en su casa palacio de Madrid, hoy sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, ya que decidieron trasladar su residencia oficial a Córdoba.

El Palacio de Viana, en el que se han alojado personalidades como el Rey Alfonso XIII o la reina victoria Eugenia, es testigo de la historia de este país sus contienen escritos y registros que van desde el año 1119 a 1980, cuenta con una gran colección pictórica, recientemente catalogada y en la actualidad la Fundación Cajasur está sumergida en un plan museológico que pretende poner en marcha la catalogación de otras colecciones de la casa. En tanto el Palacio de Viana continúa con sus propuestas culturales, como los conciertos y recitales que se celebran en distintas épocas del año, o la puesta en escena de obras de teatro en algunos de sus múltiples patios y jardines, unos de los más visitados de la ciudad.

Con ello, señala Leopoldo Izquierdo, «buscamos dar» a Santa Marina más «vida cultural», porque la vinculación entre el Palacio y el barrio «no es algo de ahora, sino que viene determinada por la propia casa y su relación» con el entorno.