Cuando Carmen Calvo más tranquila estaba, dedicada a sus clases de Derecho Constitucional en la facultad de Puerta Nueva y al disfrute de sus dos nietos -que visita con frecuencia aunque viven en Madrid-, llegaron las primarias del PSOE y decidió apostar pública y firmemente por el candidato Pedro Sánchez «sin pedir nada a cambio». Pero Sánchez salió elegido secretario general y quiso contar con ella para su nueva ejecutiva, despertando al animal político que si no dormía del todo en esta mujer visceral y fiel a sí misma y sus apasionamientos, sí que se había tomado un tiempo de descanso. Y de pronto, con la secretaría de Igualdad que le ha tocado en el reparto, responsabilidad con la que se muestra entusiasmada, han vuelto los viajes, las reuniones y ese cosquilleo que agobia y da vida a la vez a la exconsejera y exministra de Cultura cuando ya se creía apartada de esas cosas.

Todo eso y mucho más, como que su primer acto público en Córdoba será una visita a su agrupación, la de Poniente Sur, nos cuenta Carmen Calvo sentada tras la mesa de su despacho «de toda la vida» en la Facultad de Derecho. Una mesa ahora repleta de exámenes que corrige con el rigor de siempre, pero con el corazón partido entre la profesión y la pasión.

-¿Qué supone para usted volver a la política activa, ahora de la mano de Pedro Sánchez?

-Nunca me he ido. Cuando se está en política con convicciones muy profundas no te vas nunca. He estado siempre ayudando a mi partido. Ahora empiezo una etapa que no había vivido, que son las responsabilidades orgánicas, un campo que me resulta muy atractivo porque el panorama político ha cambiado mucho y hay cosas diferentes que hacer.

-Y las va a hacer desde la secretaría de Igualdad, una parcela que no le es nada desconocida.

-Yo soy feminista desde que tengo conciencia de mí misma. Tengo un instinto natural de pelear contra todo lo que para mí significan situaciones injustas, y comprendí que no era solo para mí sino para todas las mujeres. Es un ámbito importante en mi biografía personal y política, pero tengo que decir que para el Partido Socialista la secretaría de Igualdad es su asignatura troncal. El socialismo es igualdad, así nació y continuará, porque el mundo desarrolla derechos pero al mismo tiempo nuevas desigualdades e injusticias. Estoy en el espacio mollar del socialismo.

-O sea, que mejor situada imposible, ¿no?

-Le dije a Pedro que no me debía nada ni necesitaba nada. Hace años que me incorporé al puesto de trabajo que tenía antes de entrar en política y no había estado en el proceso de primarias para pedir nada a cambio ni buscando nada. Pero él me dijo: «Carmen, necesito una ejecutiva que en parte sea veterana y experimentada y quiero que estés en ella». Me lo pensé, porque esto me saca de espacios profesionales y académicos en los que estaba ahora, pero me dije: «Carmen, quien nace socialista se muere socialista». Y aquí estoy.

-¿En qué se diferenciará esta etapa del PSOE de la anterior?

-El PSOE tiene que empezar a dar respuestas nuevas a cosas nuevas. El mundo se globaliza a veces de manera contraria a los principios democráticos y el socialismo no debe olvidar que es internacionalista. La defensa de la igualdad y el progreso no tiene fronteras. El socialismo español va a cumplir un papel importante en el posicionamiento del socialismo europeo dentro y fuera de Europa. Dos ejemplos: nos preocupa enormemente dar respuesta a una ciudadanía virtual, gente joven que no encuentra trabajo y vive en el mundo paralelo que le han dado las nuevas tecnologías. Y nos preocupa una sociedad que se dice desarrollada pero que tiene pobreza infantil; y unos mayores a los que no les podemos dejar una vejez amarga y desasistida.

-Y en clave de política interna, ¿cómo ve el acercamiento a Podemos al que tiende Sánchez?

-Nosotros ni nos acercamos ni nos dejamos de acercar. En estas primarias hemos demostrado que somos autónomos de todo tipo de presiones y de poderes. Es verdad que con Podemos hay situaciones en las que coincidimos; cómo no, si parte de sus votantes lo eran del PSOE de toda la vida. En otras no coincidimos, entre otras cosas porque Podemos ha traído una antigualla a la política española, las llamadas confluencias, que son nuevos nacionalismos que no nos interesan nada a los socialistas. En cualquier caso, la democracia es competir, pero también es entenderse; la política inteligente y humanista es la de saber dónde compites y dónde te entiendes.

-¿Han dejado las primarias un PSOE dividido?

-Han dejado un PSOE que ha sido valiente y sincero para enfrentarse a su situación con un instrumento democrático que se llama primarias, un proceso complejo, no hay que ocultarlo. Pero ahí está un secretario general que se ha enfrentado a otros dos candidatos hasta en una segunda vuelta. La mayoría absoluta obtenida por Pedro Sánchez es un sueño para cualquier político. Es verdad que en la federación andaluza no ha ganado el secretario general, y lo aceptamos con naturalidad. Somos demócratas antes que nada.

-¿Por qué prefirió usted ir a contracorriente y apostar desde Córdoba por Pedro Sánchez y no por Susana Díaz?

-Por razones fundamentalmente ideológicas. Me parecía que el camino que había cogido el partido, y luego el periodo larguísimo de la gestora, apoyando a través de la abstención que gobernara la derecha, era dejar al socialismo en tierra de nadie. Me parecía que era dejar a Podemos hacerse con el discurso de la izquierda. Y luego los Presupuestos Generales del Estado me lo han confirmado: si el PP podía encontrar 176 votos para sacarlos adelante también los pudo encontrar para la investidura. No entendía que los socialistas tuviéramos que entregarle con la abstención el Gobierno a la derecha.

-¿Y esos principios ideológicos han sido los que la mantuvieron apartada entre este despacho y sus clases?

-Si es que no he estado apartada; he participado en todas las campañas electorales, he dado mítines, he hecho documentos... Yo para hacer política no necesito cargos, para mí la política es activismo cívico, es una pasión. Además yo no quería ninguna puerta giratoria, decidí volver a mis alumnos y mi ciudad. El único desencuentro que he tenido con mi partido fue cuando dije que no quería compartir la lista electoral con alguien con quien no me iba a sentir cómoda (se refiere, sin nombrarla, a Rosa Aguilar). Fui muy clara.

-¿Cómo valora los dos primeros años de mandato de la actual alcaldesa, Isabel Ambrosio?

-Lo he dicho y lo repito, Isabel ha abordado su responsabilidad de manera muy seria y muy solvente. Ha hecho muy poco populismo y en cambio sí muchas horas de despacho. El giro del Ayuntamiento hacia políticas sociales es espectacular. Isabel ha hecho, con prudencia y ante una situación que requiere pactar, un trabajo que hacía mucha falta. Aunque nadie lo haya visto, me he reunido con ella siempre que me ha pedido opinión.

-¿Hacía falta también crear la comisión que reivindica la titularidad pública de la Mezquita, de la que usted forma parte?

-De eso no hablo porque se acaba de crear y se emitirá su informe cuando lo tengamos hecho.