El número de nuevos casos de hepatitis C ha caído en picado en España y en Córdoba desde la llegada de los nuevos tratamientos, pero también gracias al mayor conocimiento de las vías de contagio y a la toma de medidas para evitar la infección. La mayor concienciación sobre las consecuencias graves de la infección por el virus C también han ayudado a reducir la cifra de nuevos afectados.

El especialista en Aparato Digestivo del Reina Sofía José Luis Montero indica que la tasa actual en Córdoba es de un nuevo caso de hepatitis C por cada 100.000 habitantes/año, lo que en el caso de esta provincia sería de unos 7 nuevos casos /año, mientras que cuando se empezó a diagnosticar y abordar esta patología más que quintuplicaba dicha proporción.

Montero recuerda que la hepatitis C es una enfermedad «silenciosa», pues en su fase temprana apenas produce síntomas y los mismos suelen aparecer en estadios avanzados de la patología, con efectos como la cirrosis hepática, de ahí la importancia de descartar la infección en los grupos de población de riesgo. Generalmente el diagnóstico se realiza de forma casual al detectar una alteración en los resultados analíticos (elevación de las transaminasas) solicitados por otra causa o al descartar la infección en personas con antecedentes de consumo de drogas por vía endovenosa o intranasal, transfusión de sangre antes de 1990, prácticas sexuales de riesgo, convivientes de enfermos diagnosticados de infección por el virus C, descendientes de madres con el citado virus y portadores de piercings o tatuajes realizados en condiciones higiénico-sanitarias inadecuadas.

Los médicos de familia realizan una importante labor de detección precoz de la infección, con el objetivo de prevenir muchas de las complicaciones de los pacientes con hepatitis C.