Córdoba ya no está tan lejana y sola como la reflejaba Federico García Lorca en los versos de su Canción del jinete. Desde 1992 las comunicaciones viarias con el resto de las provincias han mejorado considerablemente y los kilómetros de autovías se han multiplicado. La Exposición Universal de Sevilla, la Expo’ 92, fue la responsable de la gran revolución viaria que se produjo en aquel momento y que marcó un antes y un después en Córdoba. Mañana, 10 de abril, se cumplirán veinticinco años desde la inauguración de la Autovía de Andalucía, la A-4, que une Sevilla y Madrid, beneficiando, de paso, a Córdoba, que se encuentra entre ambas. Desde el estreno de esta infraestructura, capital y provincia han logrado otros proyectos viarios de envergadura, como la A-45, que acerca a los cordobeses a la Costa del Sol, pero aún quedan tareas pendientes.

Un largo deambular atravesando poblaciones

Antes de esa fecha, los viajes hacia Madrid y Sevilla consistían en un largo deambular por la carretera Nacional IV, de dos carriles, uno para cada sentido, en la que no se podía ir a gran velocidad y que atravesaba núcleos de población. Basta recordar que dentro de la capital aún quedan vestigios de esa vía en pleno corazón histórico. La N-IV partió en dos a mediados del siglo pasado los Jardines del Alcázar y hoy pervive en la avenida que lleva ese nombre y que algún día desaparecerá si se hace realidad el plan especial Alcázar-Caballerizas. Parte de esa vía se ha perdido ya con la obras realizadas por la Junta en el entorno de la Puerta del Puente.

El nuevo recorrido reduce el viaje en tres horas

En la década de los noventa, en Andalucía la carretera más adaptada a los nuevos tiempos se encontraba entre Sevilla y Cádiz, la autopista de peaje AP-4. La autovía supuso un cambio de filosofía en la conducción, sobre todo a partir de junio de 1992, cuando entró en vigor el nuevo Código de Circulación, que permitía transitar legalmente a 120 kilómetros por hora. Este aumento de la velocidad se sumó al ahorro de tiempo que supuso el estreno de la A-4. Si antes de la existencia de la autovía el viaje entre Sevilla y Madrid duraba siete horas y media, tras su apertura, el tiempo se reducía a cuatro y media, es decir, tres horas menos para recorrer más de 500 kilómetros.

Córdoba disfrutaría también de ese ahorro de tiempo. Si antes de la autovía un vehículo tardaba cinco horas en recorrer el trayecto que separa Córdoba de Madrid, tras su inauguración, el viaje se quedó en tres y media. De igual manera, Córdoba se quedaba a menos de hora y media de Sevilla, cuando hasta ese momento ambas ciudades se encontraban casi a dos horas.

El broche de oro para el camino hacia la Expo

El 10 de abril del año 1992 el ministro de Obras Públicas, José Borrell (PSOE), puso en Córdoba el broche de oro a unas obras pensadas para acortar distancias y facilitar los recorridos con destino a la Expo’ 92. Ese día se inauguraba el trazado completo de la Autovía de Andalucía, 540 kilómetros que habían costado al Gobierno central 105.000 millones de pesetas (630 millones de euros). El acto fue en el kilómetro 383,9 de la nueva autovía, que formaba parte del tramo entre Los Cansinos y Córdoba, el último que quedaba por abrir de la totalidad del trazado entre Madrid y Sevilla tras la inauguración de la variante de Bailén (Jaén). Un día antes, el 9 de abril, había entrado en servicio el trazado entre Aldea Quintana y La Carlota. «A partir de ahora ya no se podrá hablar del lejano Sur, sino más bien del cercano Sur», manifestó Borrell ese día.

La apertura de este último tramo corría mucha prisa, ya que el 20 de abril empezaba la Expo’92 y la carretera era considerada «el camino de la Expo», según expresaba el propio Ministerio de Obras Públicas y Transportes en la publicidad que insertaba aquel mes de abril en las páginas de Diario CÓRDOBA. Aquella autovía, además de unir Madrid y Sevilla, acortaba distancias en Europa. «Ahora desde Francia hasta Andalucía por autopista y autovía», indicaba la publicidad. Aquel idílico año, que, además de esa vía rápida, y con muy pocos días de diferencia, trajo a Córdoba el AVE, acabó ofreciendo a los conductores del territorio nacional 1.000 nuevos kilómetros de vías de gran capacidad tras una inversión que superó los 400.000 millones de pesetas (2.400 millones de euros). Con esos 1.000 nuevos kilómetros, el país acababa el año 1992 con más de 5.000 kilómetros de autovías y autopistas.

Para que estuviera lista a tiempo, durante los días previos a la inauguración, hubo tres turnos de trabajo y las obras no pararon ni de día ni de noche.

Los tramos que cambiaron la vida de Córdoba

Tan solo dos años duraron las obras del trazado de autovía que correspondió a Córdoba, 64 kilómetros que costaron 25.000 millones de pesetas (150 millones de euros). Los trabajos empezaron el 3 de mayo de 1990 en el tramo entre Villa del Río y Córdoba, de 49,6 kilómetros, que ejecutó Dragados y Construcciones por 22.461.936.836 millones de pesetas (134,8 millones de euros) con un plazo de dos años que llegó a su fin incluso un mes antes de lo previsto. Aquella faraónica obra contemplaba dieciséis enlaces con vías secundarias, cinco viaductos sobre el río, nueve pasos superiores y trece inferiores y las variantes de Villa del Río, El Carpio y Alcolea.

El segundo tramo, de 14,54 kilómetros, discurría entre la intersección de la N- IV con la N-331 hasta La Carlota, y fue ejecutado por la empresa Construcciones Salvador Rus López, que acometió la obra con un presupuesto de 2.748.483.588 millones de pesetas (16,4 millones de euros) y con un plazo de 17 meses. Ese tramo incluía una variante de 9,8 kilómetros para evitar El Arrecife y Aldea Quintana y cuatro enlaces con vías secundarias.

Con pocos días de diferencia, y entre finales de marzo y abril, empezaron a recibir tráfico los distintos subtramos en los que se dividió esta infraestructura a su paso por la provincia. Primero fue el trayecto que separa Villa del Río de Pedro Abad, al que le siguió el que va desde esta localidad hasta Los Cansinos, y más tarde el comprendido entre el enlace de la N- IV con la N-331 y Aldea Quintana. A estos se sumarían entre el 9 y el 10 de abril los kilómetros que separan Aldea Quintana de La Carlota y Los Cansinos de Córdoba.

Antes de la ejecución del trazado cordobés, y desde 1984, año en el que entró en servicio el primer tramo de la autovía entre Santa Elena y Venta de Cárdenas, se fueron sucediendo las aperturas al tráfico de distintas partes del trazado entre Sevilla y Madrid. Para esta infraestructura fue fundamental la entrada de España en 1985 en la Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea). De esa forma, y a partir del 1 de enero de 1986, el país se beneficiaba de sus fondos.

Los efectos colaterales de la nueva carretera

Además de acortar distancias entre provincias, la autovía entre Madrid y Sevilla ha tenido repercusiones económicas positivas para Córdoba, que, desde el punto de vista del transporte de mercancías ha podido distribuir productos de manera más rápida y más allá de las dos provincias en las que empieza y acaba, ya que la red de vías de gran capacidad ha ido creciendo con el tiempo y rompiendo fronteras. Además, todos los terrenos próximos a la autovía han ganado atractivo por su cercanía a esta vía de comunicación, convirtiéndose en espacios idóneos para polígonos industriales y zonas comerciales, ya que las empresas buscan lugares cercanos a ella para instalarse. Pero todo no ha sido positivo. Los negocios que crecieron en torno a la antigua nacional perdieron peso al disminuir el tráfico. Como curiosidad, en 1990 se produjo un enfrentamiento vecinal en Aldea Quintana que derivó en un corte de la N-IV y en la creación de una plataforma de afectados, ya que mientras que unos querían que pasara por la antigua nacional, otros deseaban que se alejara del casco urbano. El Gobierno optó por una solución intermedia, dejándola a 200 metros de este departamento de La Carlota.

La red de autovías se multiplica en 25 años

Si 1992 acabó con 5.000 kilómetros de autovías y autopistas en toda España, veinticinco años después la cifra asciende a más de 17.000 kilómetros, es decir, tres veces más. En Córdoba, el número también ha aumentado considerablemente con la puesta en servicio de los 100 kilómetros de A-45 que la acercan a Málaga, dejando el viaje hacia la costa en menos de hora y media. Esta autovía se diseñó en la década de los noventa, por lo que cuando Borrel inauguró en Córdoba la Madrid-Sevilla ya se soñaba con ella. Las obras se iniciaron a principios del 2000 y la autovía tardó diez años en construirse. Su primer tramo se abrió en julio del 2002 y el último, en diciembre del 2009. Además, la provincia se ha beneficiado de los 10 kilómetros de Autovía del Olivar entre Lucena y Cabra estrenados en el 2009 y construidos por la Junta.

Pero Córdoba no solo ha mejorado con las autovías. Además, ha ganado en variantes y rondas tanto en la capital como en la provincia, evitando así el paso por núcleos de población. En la capital, fundamentales han sido los 6 kilómetros de la ronda de Poniente, con su Puente de Andalucía, que inició la Junta a principios de la década pasada y culminó en el 2008; los 6 kilómetros de la variante Oeste, la del puente de Abbas Ibn Firnás, estrenados, tras cinco años de obras, en enero del 2011 para conectar las autovías A-45 y A-4 con la carretera del Aeropuerto; y los 4 kilómetros de la variante de Los Visos, que abrió al tráfico en junio del 2015 tras cinco años de trabajos.

Aún queda mucho por hacer en la red viaria

A pesar de ello, aún queda mucho por hacer. Lo primero, un nuevo enlace para evitar los atascos que produce la variante de Los Visos en el punto 403, obra que comenzará este año. Todavía hacen falta 2,3 kilómetros para unir la variante Oeste con la carretera de Palma; que Urbanismo reactive las obras paradas de los 2,3 kilómetros del tramo de ronda Norte privado entre la N-432 y Fuente de la Salud y que la Junta acometa los 4 kilómetros entre esta zona y la ronda de Poniente. Pero, sobre todo, Córdoba necesita, y lleva más de una década reclamándolo, que el Gobierno central convierta la N-432 (Badajoz-Granada) en la autovía A-81, y que la Junta continúe con la Autovía del Olivar a su paso por Córdoba, a la que le restan 40 kilómetros de Lucena a Estepa y 30 más de Cabra a Luque. Además, a la provincia le hacen falta los 52 kilómetros de la autovía de El Carpio-Torredonjimeno y los 6 de la que unirá Córdoba y Almodóvar, tareas pendientes de la Junta. Tampoco hay que olvidar un proyecto prometido e incluido en el plan de infraestructuras del Estado, los 174 kilómetros de la autopista Córdoba-Toledo, y la mejora del trazado de la Cuesta del Espino. Todos estos son proyectos largamente anunciados que quedaron paralizados en los primeros años de la crisis. El problema es la falta de dinero para ejecutar iniciativas de esta envergadura, que requieren inversiones impensables en estos momentos. Para ejecutar todas estas carreteras hacen falta más de 3.800 millones de euros, por lo que pasarán muchas décadas hasta disponer de ellas.