La amenaza de lluvia, que finalmente hizo su aparición sobre la tres de la tarde, impidió ayer que la hermandad del Resucitado pusiera como cada año el broche final a la Semana Santa.

La escasa lluvia que cayó en la ciudad a primeras horas de la mañana de alguna manera presagió lo que al final ocurrió, que la hermandad del Resucitado suspendiera su estación de penitencia.

Tras pedir la media hora que concede la Agrupación de Cofradías, el cabildo de oficiales de la hermandad del Domingo de Resurección se reunió de manera extraordinaria para valorar la situación, decidiendo finalmente que la hermandad suspendería la estación de penitencia.

Según el hermano mayor de la corporación de Santa Marina, Manuel Murillo, el último parte meteorológico señalaba que llovería de forma leve sobre las 12 del mediodía, una lluvia que iría en ascenso a lo largo de la tarde, por lo que la hermandad "no estaba dispuesta a correr ese innecesario riesgo". Así sobre las 11,45 de la mañana el hermano mayor anunció a los hermanos que quedaba suspendida la procesión por las razones antes señaladas. El representante de la cofradía indicó asimismo que se rezaría el Santo Rosario.

A los pies del templo se situaron los pasos de los titulares de la cofradía, Nuestro Señor Resucitado, que lució tal y como lo hizo en el Vía Crucis Magno del pasado septiembre, con una sábana prendida en el brazo izquierdo y exornado con flor blanca, y la Virgen de la Alegría exornada con orquídeas blancas y rosas de pitiminí.

Así, con esta bella estampa de los pasos con toda la cera encendida, comenzó un mini concierto con las bandas que iban a participar en la estación de penitencia: agrupación musical de la Sagrada Cena de Córdoba, Redención de Sevilla y la banda de Mairena del Alcor.

Las puertas de la parroquia de Santa Marina estuvieron abiertas hasta pasadas las 14,30 horas donde cientos de personas provenientes de toda la ciudad se acercaron a ver los pasos de la cofradía y a acompañar a la hermandad en este amargo trance, un mal trago que en cierto modo se suavizó cuando alrededor de las tres de la tarde comenzó a llover con intensidad sobre la ciudad. Fue entonces cuando los representantes de la hermandad respiraron sabiendo que habían hecho lo mejor.