La alcaldesa, Isabel Ambrosio, se ha fijado siete tareas hasta el final de este mandato municipal, que finaliza en mayo del 2019. Unas son de competencia local, pero otras corresponde ejecutarlas a las administraciones regional y central, pero sobre las que va a ser «persistente» y «cabezota» hasta verlas concluidas, tal y como anunció el pasado martes en un acto celebrado en el Palacio de Viana para dar cuenta de su gestión en el ecuador de este mandato.

A este respecto, manifestó que «tengo la voluntad de acabar lo que se empieza, acabar las tareas pendientes», como el Palacio de Congresos, el centro de exposiciones, ferias y convenciones, el aeropuerto, Caballerizas y el Alcázar, el Museo de Bellas Artes, la conexión de la carretera de Palma con la carretera del Aeropuerto, Rabanales 21, la Ronda del Marrubial, el Pabellón de la Juventud, la Escuela de Magisterio y Parque de Levante, entre otras, según relató en ese acto.

Una segunda tarea la centró Ambrosio en la mejora de la administración, que esta funcione mejor. «El Ayuntamiento no debe ser un obstáculo para el impulso de la economía y de la iniciativa privada. Al contrario, tiene que ser un aliado de los emprendedores y los empresarios que trabajan en los diferentes ámbitos para que se pueda generar riqueza, actividad y empleo digno». Unida a esta, y como tercer objetivo, la regidora local se propone «conseguir que la economía de la ciudad funcione mejor, porque solo de esta forma conseguiremos crear riqueza y generar empleo digno y bien remunerado con el que reducir las dolorosas cifras de paro».

En cuarto lugar. Ambrosio se plantea situar a Córdoba en el lugar que le corresponde en Andalucía, España y el mundo. Por ello, propone profundizar en el eje estratégico formado junto a las ciudades de Sevilla, Granada y Málaga, «que ya ha dado un primer paso, impulsado desde el ámbito de las administraciones públicas, y ahora toca la implicación de la sociedad civil y de los agentes económicos y sociales, para hacer realidad ese nuevo escenario de colaboración entre ciudades».

La quinta misión consiste en hacer de Córdoba una ciudad mejor para vivir, atractiva y cómoda para sus habitantes y para aquellos que la visitan. «Tenemos que impulsar mejoras urbanísticas que no incidan exclusivamente en crecer, sino que se centren en coser la ciudad, en mejorar los barrios y las infraestructuras, para hacer una ciudad más humana y habitable. Y no solo mejoras urbanísticas, sino también un nuevo concepto de movilidad urbana que sea sostenible y respetuoso con el medio ambiente».

Como sexta meta, la alcaldesa quiere conseguir que «Córdoba sea la ciudad de la igualdad de oportunidades» y «recuperar los derechos perdidos». En este apartado, Ambrosio señala que defiende que la Mezquita-Catedral vuelva a ser de todos los cordobeses, pero también defiende que «esto no es incompatible con que siga dedicada al culto católico y con que la Iglesia participe en su gestión».

Y como último propósito a conseguir, quiere que «Córdoba sea una ciudad feminista, donde hombres y mujeres sean iguales no solo de derecho sino también de hecho, donde disfrutemos de cosas tan lógicas como que por igual trabajo se cobre igual salario».