El hombre acusado de haber estrangulado a su esposa en Alcolea porque creía que le era infiel con su hermano, al que también intentó matar golpeándolo con un atizador de chimenea, reconoció ayer los hechos en el juicio, pero alegó que "no sabía lo que hacía". "Hice lo peor de lo peor. Mi señora no se lo merecía. Tenía que haberme cortado el cuello yo", admitió. El fiscal considera que el acusado "presentaba un trastorno de ideas delirante con un delirio de celos, lo que le ocasionó una anulación total de su capacidad de entender y de comprender los hechos cometidos", por lo que solicita para él 34 años de internamiento en un psiquiátrico por un delito de asesinato y otro en grado de tentativa. La acusación particular, en cambio, pide 35 años de cárcel.

El inculpado relató que en la madrugada del día de los hechos, el 22 de mayo del 2013, discutió con su mujer porque "creía que andaba" con su hermano. "Le pregunté si lo quería más a él que a mí, pero no respondió", apuntó. Así, en un momento dado, cogió un martillo y, según su versión, intentó golpear a su mujer en la cabeza estando acostados, aunque "puso las manos y con las pocas ganas que tenía yo de hacer eso" la herramienta se cayó al suelo. A pesar de ello, la autopsia reveló, según el fiscal, que la mujer había sufrido al menos dos martillazos en la cabeza. Lo que sí recordó el acusado es que ya en la puerta del dormitorio, a donde llegaron forcejeando, le tapó la cara con una mano y con la otra le apretó fuertemente el cuello, hasta que murió asfixiada. "Fue un arrebato. Estaba muy alterado, fuera de mí, estaba loco perdido", declaró. Más tarde, continuó, se encontró a su hermano en el portal --vivían en el mismo bloque-- y lo golpeó con un atizador mientras, según varios testigos, le gritaba "¡te mato!" al mismo tiempo que lo perseguía por la calle. "Me arrepentiré siempre de lo que le hice a mi hermano y mi señora", reconoció. Más aún cuando, aunque llevaba "meses" pensando que le engañaban, "no sé si al final es verdad" porque "no llegué a verlos", admitió.

El hermano explicó que unos días antes de los hechos el acusado le preguntó que si pensaba que su mujer lo engañaba, "pero nunca se refirió a mí". Sin embargo, aquel 22 de mayo, cuando salía a trabajar, "me sorprendió por detrás, me dijo '¡te mato!', y me dio con el atizador. Cuando me giré, le vi la cara desencajada", relató. Los golpes se sucedieron hasta que un sobrino redujo al agresor. "Esa mujer --aseguró el hermano en su última intervención-- no se ha ido con nadie ni conmigo. Se ha llevado a una persona inocente".

De su lado, uno de los policías que acudió al lugar de los hechos declaró en el juicio que el inculpado le confesó que lo que había ocurrido "era la única solución posible".