El hombre acusado de asesinar a su mujer, María Rey Redondo, de 51 años de edad, en mayo de 2013 en la barriada periférica cordobesa de Alcolea, golpeándola primero con un martillo en la cabeza y estrangulándola después, ha declarado este jueves en el último turno de palabra que se siente "responsable y tremendamente arrepentido" por los hechos.

Así lo ha manifestado entre sollozos en el juicio de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba, que ha quedado visto para sentencia, y en el que el procesado, de unos 58 años de edad, ha lamentado "los sufrimientos ocasionados por mi culpa" y por los que ha pedido "perdón".

Mientras, las partes han elevado a definitivas sus conclusiones y en este caso el fiscal ha mantenido que se le condene a internamiento en un centro psiquiátrico durante 20 años por el delito de asesinato y que se le impongan otros 14 años de internamiento en psiquiátrico por la posterior tentativa de asesinato de su hermano, al que acusaba de ser el amante de su mujer, y al que golpeó repetidamente en la cabeza y espalda con un atizador metálico.

Por su parte, la acusación particular pide por ambos delitos penas que suman 35 años de prisión; el letrado de la Junta de Andalucía ha solicitado una pena de 20 años de internamiento en un centro psiquiátrico, y alternativamente once años de prisión si se aplica la eximente incompleta de alteración mental. Y la defensa pide que sea internado en un centro hasta su curación.

En concreto, el fiscal alude a los informes de los peritos y sus declaraciones de este miércoles para afirmar que el varón "padece un trastorno delirante que es una enfermedad mental que no tiene cura", a lo que añade que "en el momento de la comisión de los hechos no era dueño de lo que hacía", de manera que "el problema lo solucionó de la peor manera posible", según el Ministerio Público.

La acusación ha recordado que el varón "ha reconocido los hechos" y en sus declaraciones "se contradice en algunas cuestiones", al tiempo que considera que "no ha quedado acreditado que tuviera mermada su capacidad volitiva" y agrega que "a lo sumo pudo sufrir un arrebato". El abogado de la Junta de Andalucía se ha adherido a "las manifestaciones del fiscal" y la defensa apunta que "no es sitio la prisión para un enfermo mental".

"NO SE LO MERECÍA"

Cabe recordar que el acusado de asesinar a su mujer declaró el martes ante el juez que "fue un arrebato", en el que se volvió "loco", porque "no sabía lo que hacía y no sabía dónde estaba".

Así, el varón manifestó que tras cometer el asesinato "estaba arrepentido" de lo que había hecho, a lo que añade que él se tenía que "haber cortado el cuello", porque ella "no se lo merecía", declaración esta última que repitió en varias ocasiones entre lágrimas.

De este modo, el acusado aseveró que "no sabe si al final" ella estaba con su hermano, como él pensaba. "No llegué a verlos", aseguró, para agregar que pensaba que estaba con él desde un mes o semanas antes a los hechos. También, ha dicho que no pensaba en el divorcio, solo que le asesoraran una serie de abogados.

Entretanto, el procesado afirmó que en la noche del suceso discutieron su mujer y él, "porque creía que andaba con otra persona", que el amante era el hermano del acusado, según apuntó, al tiempo que le preguntó a ella que si quería más a su hermano que a él, pero ella no contestó.

Posteriormente, confesó que la asfixió, aunque no recuerda si llegó a golpearla en la cabeza con el martillo que cogió y que se cayó al suelo "por las pocas ganas que tenía de hacer aquello", según indicó, a lo que añadió que "estaba muy alterado y fuera de sí". "Estaba loco perdido", remarcó.

"UNA ENFERMEDAD MENTAL"

Mientras, parte de los peritos que declararon este miércoles mantuvieron que el procesado "sería inimputable", al tiempo que manifestaron que su actitud es "compatible" con el "trastorno delirante", que "nunca desaparece", con "delirios de celos", y que supone "una enfermedad mental".

Los forenses explicaron que en la noche del suceso el procesado y su mujer discutieron y hablaron "del tema delirante", como era la relación entre ambos y "la idea de infidelidad", y en un momento "la carga afectiva explotó y no puede frenar el acto", de manera que el control de sus impulsos fue "nulo".

En este sentido, señalan que "no actuó libremente, no pudo controlarlo, con una anulación completa de la capacidad volitiva". Así, preguntados por el fiscal sobre su imputabilidad con el informe en el que detallan que "no pudo decidir libremente" a la hora de cometer los hechos, uno de los forenses ha manifestado que "sería inimputable".

Además, han precisado que "si el objeto del delirio desaparece por la muerte de su esposa", éste permanece "encapsulado" en la mente, de hecho apuntan que "las ideas de infidelidad las mantiene en prisión".

Al respecto, el Ministerio Público en su calificación no solicita la petición de prisión para el acusado, H.L.C., ahora de 58 años, al aplicarle en la presunta comisión de ambos delitos, de asesinato y de tentativa de asesinato, "la circunstancia eximente completa de alteración mental".

Así, según entiende el fiscal, "el acusado, en el momento de los hechos, presentaba un trastorno de ideas delirantes, con un delirio de celos, que le ocasionó una anulación total de su capacidad de entender y de comprender los hechos cometidos". Sin embargo, también considera el fiscal que "el acusado es responsable en concepto de autor" de ambos delitos y en ambos concurre "la circunstancia agravante de parentesco".

EL RELATO DEL FISCAL

Según el relato del fiscal, los hechos tuvieron lugar a partir de las 22,00 horas del 21 de mayo de 2013, cuando el acusado se acostó con su esposa, María Rey Redondo, de 51 años, para pasar la noche en el domicilio familiar, hasta que "al filo de la medianoche comenzó una discusión con su mujer, ya que hacía varias semanas que tenía en la mente la idea de que le era infiel", llegando al "convencimiento de que el amante era su propio hermano, por lo que le preguntó" a la mujer "sobre la supuesta relación que tenía con su cuñado", para después, "en un estado de gran excitación, se levantó para coger del garaje un martillo y al regresar, lo colocó en el suelo, en su lado de la cama".

Acto seguido, el acusado, "con las luces apagadas y con el fin de acabar con la vida de su esposa, le lanzó un martillazo por la espalda a la cabeza, concretamente a la región parietal, y también al rostro, a la altura de las cejas, propinándole asimismo numerosos golpes en la cara".

"En ese momento --prosigue el fiscal-- su mujer intentó defenderse, con el fin de eludir la agresión de su esposo, pero el acusado se echó encima de ella y le tapó el rostro con una mano, mientras con la otra le apretó fuertemente el cuello para que dejara de respirar, hasta que, finalmente, sobre las 3,00 horas del día 22 de mayo, comprobó que la señora había fallecido a consecuencia de su acción".

Al transcurrir unas horas y puesto que su hermano residía en el mismo bloque, el acusado, sobre las 7,00 horas", se dispuso a esperarlo en el portal, "armado con un destornillador y un atizador metálico para la chimenea", y tras aparecer su hermano "le propinó un golpe por la espalda con el atizador en el lado derecho de la cabeza, con el ánimo de hacerle perder la vida".

Según el relato del fiscal, "ante este golpe tan sorpresivo", el hermano del agresor "salió huyendo, pero el acusado lo persiguió y continuó golpeándolo con el atizador en la cabeza durante toda la carrera, al mismo tiempo que repetía sin parar que iba a matarlo", lo que no logró porque "pudo ser reducido por su sobrino", que acudió en ayuda de su padre.