«Me ha sentado muy mal porque encima me incorporo hoy de las vacaciones». Mercedes, empleada municipal desde el año 82, ha pasado del enfado a la resignación en apenas tres días, los que han distado desde que recibiera el correo, como el resto de trabajadores del Ayuntamiento, comunicándole que la jornada laboral volvía a ser de 37,5 horas a la semana hasta el momento de su incorporación, ayer. «Es lo que hay», comenta, ya decimos, con resignación.

Hay, sin embargo, otros trabajadores más beligerantes que ayer amenazaban hasta con incumplir la orden de la Junta de Gobierno Local. «Falta voluntad política del cogobierno, hemos estado haciendo un papelón desde que se aprobaron las 35 horas», comenta Maica, aunque sabe que ha sido un auto judicial el que ha tumbado la decisión de PSOE e IU después de que la Abogacía del Estado lo llevase a los tribunales. «Aquí es el cogobierno el que decide», insiste. Esta trabajadora municipal, que también lleva desde 1982 en Capitulares, está muy enfadada porque, en su caso, ni siquiera puede acogerse a la flexibilidad horaria que permite, en aras de la conciliación familiar, recuperar horas los miércoles por la tarde. Los sindicatos como CGT o CTA que han sido especialmente combativos con las 35 horas semanales anuncian medidas y movilizaciones de cara al otoño para pedir que vuelvan a implantarse.