No es que el grupo Los Inhumanos aspire este año, como ya consiguió en el pasado Bob Dylan, al premio Nóbel de Literatura por la profundidad de sus letras. Pero... ¡Quién quiere poesía con la garganta aún atorada de uvas y mientras se abren por toda la plaza de Las Tendillas botellas de cava!

El caso es que Córdoba recibió el 2017 con la clásica fiesta organizada por el Ayuntamiento en una noche fría como pocas entre las últimas nocheviejas y a los sones del bullicioso y festivo grupo Los Inhumanos. Su primera canción: «Oé, oé, oé», cuya letra cuenta tan poco, aunque lo decía todo en esos primeros minutos del 2017 al expresar, más con saltos que con palabras, los mejores, esperanzados y más alegres deseos para el año entrante.

Nochevieja infantil

La fiesta, sin embargo, había comenzado mucho antes, nada menos que a las 10 de la mañana del día 31, cuando la propia plaza de Las Tendillas, y de manos de la concesionaria de la organización, la empresa Grupo Cero, levantaba cuatro atracciones hinchables para los más pequeños. De entrada, no solo la céntrica plaza parecía una fiesta, sino todo su entorno, con una calle Cruz Conde a tope. Tren neumático, músicos callejeros, un ir y venir incesante de gente con bolsas de compras, colas en las administraciones de lotería... todo un ambiente navideño en torno a un escenario cubierto de 14 metros de altura levantado en apenas un día (increíble la capacidad de organización de Grupo Zero) en Las Tendillas. Entre las citas de esa mañana destacó la celebración de la primera Nochevieja infantil, en donde los pequeños, al mediodía, pudieron tomarse las doce gominolas, que no uvas, al compás de los rasgueos de la guitarra de Juan Serrano del reloj de la plaza.

Doce horas después, Las Tendillas volvían a esperar los doce acordes flamencos del reloj para, esta vez oficialmente, inaugurar el 2017 en Córdoba.

La afluencia fue sensiblemente menor que la de otras ediciones de la fiesta: Posiblemente, por el frío reinante, ya que fue una de las ediciones de la Nochevieja los últimos años donde el mercurio estaba más bajo, concretamente a 3,9º C a medianoche, según resgistraba la estación meteorológica del Aeropuerto de Córdoba. De hecho, la temperatura llegaría a descender hasta los 1,1º C sobre las 5 de la madrugada.

Otra causa de esa menor afluencia ésta última Nochevieja podría achacarse a cierta aprensión por los trágicos sucesos de este año en Francia y Alemania y a las llamadas a la precaución realizadas en España en estas fiestas ante grandes concentraciones festivas. Al respecto, a nadie se le escapaba el impresionante despliegue, tanto de seguridad como de emergencias sanitarias, en el entorno de Las Tendillas, Aun queriendo mantener cierta discreción, no dejaban de impresionar las tres barreras de hitos montados en el centro de la calle Cruz Conde, que culminaban cerca de Las Tendillas con un gran vehículo policial atravesado, numerosos agentes nacionales y locales distribuidos por accesos y en la plaza y servicios de emergencias preparados para intervenir en los alrededores. Sin dudas, Las Tendillas era el lugar más seguro de Córdoba al comenzar el año.

Sin graves incidentes

En todo caso, más valía prevenir que curar, todo ello en una noche que, fiesta en Las Tendillas aparte, se saldó con muchísimos menos incidentes que en años pasados y, además, de menos gravedad.

Ciertamente, el 112 informa ba ayer de 146 incidencias en la provincia entre las 15 horas del día 31 y las 8 del día 1 de enero, pero la práctica totalidad, incluidos 4 avisos de conatos de incendios. También el Ayuntamiento informó de incidentes como tres adolescentes atendidos por intoxicación etílica cuya situación se le reportó a sus padres. En todo caso, muy lejos de otras nocheviejas en las dos últimas décadas de muy triste recuerdo.

Y eso que la noche en Las Tendillas, con muchos más turistas que en los últimos años (especialmente valencianos, a buen seguro atraídos por la actuación de Los Inhumanos), empezó con cierto riesgo. Fue cuando el inhumano Maroto El de la Moto se lanzó en plancha para ser recogido por el público, quizá desconocedor de que muchas veces el respetable en Córdoba no es tan participativo como se espera. Pero Maroto no acabó comiéndose una de las losas de granito de la plaza y salió aupado en volandas. Y la fiesta continuó. ¡Oé, oé, oé!