La historia del aceite de oliva español no se entiende hoy sin la trayectoria y la huella que dejó la empresa Carbonell y Compañía, de la que ayer se celebraron los 150 años de su creación. Varios centenares de descendientes del fundador de la aceitera, hoy propiedad de Deoleo, se han reunido en Córdoba durante este fin de semana para conmemorar la efemérides y remarcar la importancia del creador de la firma, Antonio Carbonell Llácer, y del gran artífice de su impulso, Carlos Carbonell y Morand. Los Carbonell, que se desvincularon de la empresa a comienzos de los años ochenta al asumir la propiedad el Banco Hispano Americano, participaron ayer en el acto en el que la multinacional Deoleo, propietaria de la marca, cedió a la ciudad de Córdoba la escultura de Carlos Carbonell y Morand, realizada por Mateo Inurria. El busto de bronce se colocó en la plaza Flor del Olivo, donde estuvo la fábrica de Carbonell en sus inicios. Precisamente, hace hoy un siglo, Diario de Córdoba recordaba cómo fueron los inicios de la aceitera: «El 1º de julio de 1866, don Antonio Carbonell y Llácer, padre del actual gerente, fundó en Córdoba esta casa comercial que tanto desarrollo y prosperidad había de alcanzar después en los negocios. Su hijo Carlos llegó a nuestra capital a la edad de catorce años, una vez terminado el bachillerato en el Instituto de Málaga, y tres años más tarde (1874) su padre, descubriendo en él disposiciones especiales para el comercio, le confirió poder general para representar la casa».

Precisamente, el rector de la Universidad Loyola Andalucía, Gabriel Pérez Alcalá, afirmó ayer que Carbonell fue «la primera empresa que consiguió proyectar globalmente la marca Córdoba». Pero detrás de Carbonell también se encuentra la primera empresa que produjo energía eléctrica en Córdoba, como recordaba Carlos Castejón Carbonell, bisnieto del homenajeado. «Para nosotros es un orgullo haber tenido esos antepasados tan ilustres y que han dejado una impronta de honradez. Mi tatarabuelo falleció 12 años después de crear la empresa y solo hizo una recomendación, que se pagaran todas las deudas que tenía la empresa», rememoraba Carlos Castejón. Carbonell y Morand fue también el fundador de la Cámara de Comercio e Industria de Córdoba (1886), intervino en defensa de los regadíos de Córdoba frente a Sevilla o reivindicó la construcción del pantano de Guadalmellato y el ferrocarril de Puertollano. Años después, en 1937, la empresa Carbonell cedió al Estado los terrenos que hoy ocupa el Parrador de la Arruzafa y, durante gran parte del siglo XX, llevó el nombre de Córdoba por todo el mundo con su marca Carbonell, además de ser, como decía ayer el presidente de Cooperativas Agroalimentarias en Córdoba, Rafael Sánchez de Puerta, «el gran comprador de aceite de las almazaras de España». «Esperamos que vuelva a retomar la trayectoria que tuvo por el bien de todo el sector. Ha sido la marca por excelencia en la que todo el mundo quería verse reflejado», afirmó.

La multinacional Deoleo, que tiene en Alcolea su sede, los laboratorios centrales y la principal planta envasadora del grupo, aseguró que Carlos Carbonell y Morand fue el «verdadero impulsor y principal artífice de algunos de los grandes logros de la compañía, ya que fue él quien logró situarla en la primera década del siglo XX a la cabeza en las exportaciones de aceite y convertirla en una de las empresas del sector agroalimentario más importantes del país». Así, Carbonell es la principal marca de Deoleo, líder mundial en envasado de aceite de oliva, que está presente en 43 países y tuvo una facturación en el 2015 de 139 millones de euros. El director del Sur de Europa de Deoleo, Jorge Escudero, afirmó que Carbonell «forma parte inherente del patrimonio gastronómico español, siendo una marca indispensable de las cocinas españolas desde su origen y durante muchas generaciones». «Estamos muy satisfechos de cumplir estos 150 años, una cifra que demuestra la solidez, experiencia y compromiso de la compañía con los consumidores», añadió.