El contundente comunicado difundido ayer por la federación de asociaciones vecinales Al-Zahara, que ya en el encabezamiento «denuncia la degradación de la Fiesta de las Cruces sin que el Ayuntamiento haga nada por evitarlo» y que esta cita «ya no se concibe como una fiesta popular sino como un mero negocio», puso ayer un reivindicativo epílogo a la edición de la Fiesta de las Cruces 2018.

El comunicado explica que para Al-Zahara «la fiesta de las cruces, como ya ha pasado con las casetas de Feria, se está convirtiendo en un pretexto para conseguir pingües beneficios económicos por parte de algunas organizaciones supuestamente sin ánimo de lucro y de entidades empresariales encubiertas que compran las cruces, con la pasividad del Ayuntamiento».

Más aún, «la mayoría de las cruces instaladas en esta edición, como en ediciones anteriores, no respetan la tradición de esta fiesta, no tienen relación y complicidad con el vecindario ni con su entorno; solo buscan un buen emplazamiento para la instalación de sus barras con el beneplácito municipal. Pocos ejemplos quedan ya de cruces de barrio, predominando las cruces donde una entidad es la solicitante pero no es la que se encarga de su funcionamiento».

Y encima, considera Al-zahara, todo ello a costa de hacer que el auténtico vecindario renuncie a participar en esta fiesta, hablando hasta de una «sensación de inseguridad, suciedad y embotellamiento que llega a ser insoportable», además de señalar el perjuicio para los ya castigados vecinos del casco histórico y, sin olvidarlo, el daño a la imagen de Córdoba y en detrimento «de nuestra juventud, nuestro patrimonio y nuestra ciudad».

Ante esta situación, Al-Zahara pide «un proceso participativo entre todas las partes implicadas y que puedan determinarse unas bases mínimas de calidad», que den respuesta a diez preguntas claves que se hace la federación vecinal, entre ellas «¿deben tener las cruces interrelación con su entorno? ¿Se pueden agredir, tapar, utilizar bienes de interés cultural? ¿Deben respetarse las normas que protegen estos bienes? ¿Se debe ser más exigente con las organizaciones con el montaje de las cruces? ¿Habría que limitar la instalación de cruces en espacios saturados? ¿Debería proponerse una tasa específica para limpieza a las organizaciones al igual que ocurre en la Feria? ¿Debería exigirse que la entidad solicitante sea la única encargada de llevar a cabo el funcionamiento de la cruz?», se cuestiona la federación de asociaciones vecinales, entre otras preguntas, defendiendo el «lugar de encuentro y esparcimiento» de las Cruces, carácter último de esta fiesta.

LO BUENO PESA MÁS / También ayer el Ayuntamiento dio a conocer su balance de la Fiesta de las Cruces, en el que la concejala de Promoción de la Ciudad, Carmen González, también llama a reflexionar sobre cuestiones como «la responsabilidad de las familias respecto al consumo de alcohol por menores» o «las medidas para atajar el botellón, que ensombrece y adultera las celebraciones populares». Al respecto, González informó de que, por ejemplo, el 30 de abril, «la Policía Local ahuyentó a unos 200 jóvenes que iban a hacer botellón en el Jardín de los Poetas» y que también se intervino en las plazas de Flor de Olivo y Eugenio D’Ors.

Sin embargo, para la concejala pesa mucho más el notable «aumento que venimos viendo los últimos años» de la calidad de las instalaciones y el mayor número de colectivos solidarios que participan en la fiesta, junto al papel que para el entramado asociativo supone esta fiesta.