Apenas sentía ya los pies cuando abrió los ojos. Y aún seguía teniendo ganas de bailar. «Si hay algo que me gusta de la Feria es poder pasar las horas bailando de todo, es como la radio, no tienes más que ir buscando la onda que te apetece en cada momento y quedarte en ese canal hasta que te canses», se dijo mientras se colocaba la flor en el pelo y se perfilaba los ojos. Con veinte años, no hay resaca ni dolor de pies que no se salde con nueve horas de sueño y una buena ducha, así que todo el grupo se levantó más tarde de lo normal y, para ahorrar, comieron cada una en su casa. Los chicos tampoco estaban por la labor de llegar temprano a la Feria. La fiesta del jueves acabó casi al amanecer, subidos al Extreme, así que no había prisa por llegar.

Mientras los más jóvenes se desperezaban para iniciar la fiesta, mayores, parejas y niños aprovechaban los huecos libres para echar un rato en El Arenal. «Es increíble que la cosa esté tranquila un viernes a mediodía, yo siempre vengo los lunes con los niños porque no hay bulla, pero hoy no nos podemos quejar», comentaron dos amigas convencidas del acierto.

La temperatura moderada y el airecito que corría por el recinto hacía más apetecible el paseo, pero después de unos días de calor sofocante, la gran mayoría de cordobeses prefirieron esperar antes de enfilar el caminito. También hay quien, en un viernes ya semifestivo hace puente y, aprovechando el calor, cambian El Arenal por la playa. La alcaldesa, por ejemplo, que estos días se ha paseado por la Feria vestida de gitana, partió a Ibiza. Se ha ido por trabajo, aunque seguro que tiene tiempo para refrescarse. Después de tanta recepción y comida de empresa, los caseteros echaron de menos ayer a todos los ausentes.

A la hora de comer, nada como encontrar una caseta fresquita donde sentarse a gusto, libre de malos humos. Las casetas chuletero están perdiendo adeptos mientras las casetas tradicionales (Salmorejo y Perejil, La Reja, La Castañuela, Ladesiempre, La Trabajadera...) los ganan por aquello de que son bonitas, están bien acondicionadas y, salvo excepciones, se come muy bien. En la calle Tendillas, las casetas de la hermandad de La Cena y la Misericordia son otra opción más que apetecible para comer a gusto. Aire acondicionado a tope y espacio suficiente para levantarse a bailar mientras llegan los platos.

A partir de ahí, déjense llevar. Si pasan por El Capote y oyen la canción Volare uoooh, no se resistan a entrar. Nada como un poco de musiquita para entrar en calor, aunque para no perder el tiempo conviene ir a tiro hecho. La calle Corredera aglutina todo tipo de casetas bailongas, así que no hay lugar para el aburrimiento en esa zona. En La Expiración les va más la rumba y la sevillana y en La Astillera suena casi de todo, así que también es una buena opción para mover el esqueleto y departir con gente joven. A solo dos calles, en Puente Romano 4, El Cotarro tiene música para bailar a todas horas. Ya sea a mediodía, por la tarde o por la noche, es cruzar el umbral de la caseta del Golden Club y entran ganas de marcarse un dancing. Una vez en el Puente Romano, merece la pena hacer otro alto en el camino en Lalola. Lo importante es no perder el ritmo.

Si hay algo en lo que son expertas las casetas populares es en ofrecer buena música y ambiente hasta bien entrada la noche.No tienen desperdicio y aunque para gustos musicales los colores, lo cierto es que lo petan. Gazpacho, por ejemplo, es un lugar de paso obligatorio precisamente por la música en directo con la que ambientan El Arenal desde las 18.00 horas en adelante. Este año, la primera sesión corre a cargo de Planeta 80 y la segunda de Versión 2.0. Están repartidas por toda la Feria. La Prensa, La Quadra, Tentadero, Entrevarales o La Quijotá son punto de encuentro de la chavalería cada noche.

Los amantes de lo retro y el vintage tienen música en directo cada noche en La Caseta Municipal. Ayer fue La Década Prodigiosa y hoy pueden rememorar el momento Operación Triunfo con Manu Tenorio, más conocido como el Paul Newman de la primera edición, que llega Con el alma encendida (23 horas).

Cuando la hora se echa encima, conviene enfilar camino de la portada y hacer un alto en la calle Judería, donde hay bailoteo asegurado en la caseta Sobrelamarcha primero, y más adelante también en ASPA, con mojito incluido, o en Juan XXIII, dos clásicos de la feria alternativa. Después váyanse cantando bajito. Y que nos quiten lo bailao.