Poquito a poquito. Así se fue llenando ayer la feria en El Arenal a medida que los termómetros fueron dando tregua. La avanzadilla de cordobeses que se arriesgó, en el ecuador de la feria, a acudir al recinto a primera hora de la tarde se encontró (hace falta valor) con temperaturas por encima de los 40 grados al sol y otros 40 a la sombra, una sartencita llena de flores y lunares, ay. Menos mal que algunas casetas están preparadas para estos menesteres y ayer se convirtieron en auténtico refugio de aguerridos polític@s y periodistas, enfundadas ellas ¡oh, qué calor! en trajes de faralaes; de hombres y mujeres mayores con rebujito en la mano desafiando a la hipertensión, los bochornos y los achaques, y de niños que al salir de clase solo pensaban en dar vueltas en sus atracciones favoritas. Por más que la Calle del Infierno hiciera ayer honor a su nombre y que más de uno se quemara el trasero subido al Canguro o El Ratón Vacilón. «A mí me da igual que haga calor porque cuando me subo a los cacharros se me olvida», decía ayer Javi, a lo que su gemelo Pepe le contestó resolutivo «y si no, nos vamos a la Selva Encantada que echa agua». Ya se sabe, sarna con gusto nunca pica.

Menos mal que, con buen juicio, los jóvenes decidieron posponer la hora de inicio del botellón y la mayoría llegó a la cita más tarde de lo previsto, de forma que la feria se fue llenando eeespaaaajito, como coreaba ayer Antonio, un abuelo de Cañero, rodeado de abuelas modernas cantándole al unísono. Y es que últimamente quienes verdaderamente disfrutan la feria son los mayores, los niños y los solteros. Los de edad media, sobre todo si tienen hijos, pisan la feria rápido y mal, con un ojo puesto en la Calle del Infierno y el otro en el Balcón del Guadalquivir, según la edad de la descendencia. Todo son preocupaciones y riesgos y así no hay quien se relaje. Y eso que el Ayuntamiento dijo que estaría especialmente vigilante para controlar el acceso libre a las casetas y para evitar la presencia de menores de edad consumiendo alcohol. «Mi hijo tiene prohibido ir al botellón, así que se va a enterar como aparezca como una multa», comentaba una madre desconfiada de su autoridad. El otro temor que sobrevolaba las cabezas de los progenitores era el calor y sus consecuencias. Con el botellón pasa como con el tabaco. Se advierte de los riesgos, se mete miedo, pero se autoriza. Y una vez autorizado, se mira a otro lado sobre cuestiones básicas como prever algún sistema para proteger a las criaturas del calor. Como si el resto pensara que en el pecado llevan la penitencia. Eso sí, el cóctel sol-botellón obligó a Cruz Roja a reforzar su dispositivo en el día grande de los incidentes sanitarios, tanto por la ingente presencia de niños como de adolescentes y jóvenes en estado eufórico.

Mientras unos bebían cacharros, otros se volvían locos gastando su presupuesto en cacharritos a mitad de precio. Los que mejor lo tuvieron para montarse fueron los más tempraneros, que a cambio de sudar la gota gorda, se libraron de las colas.

Pese al calor, la caseta de la Diputación fue ayer una de las más animadas a la hora del almuerzo, con una recepción oficial a la que acudieron, entre otros, responsables públicos de distintas áreas. La alcaldesa, Isabel Ambrosio, elegantemente vestida de flamenca; el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado y la delegada del Gobierno de la Junta, Rafi Crespín, que ayer no pudo colocarse los volantes por culpa de una inoportuna reunión en Sevilla. El presidente de la Diputación, Antonio Ruiz, aprovechó la ocasión para agradecer la entrega de los trabajadores y personal de la institución provincial y de ayuntamientos de la provincia, que acudieron masivamente al encuentro. El cátering iba muy bien servido y dejó a los presentes satisfechos.

A esa misma hora, en la caseta Ajetreo, la Asociación de Jóvenes Empresarios celebraba un networking con un grupo de empresarios de Ciudad Real en un animado encuentro de negocios. Justo después, la presidenta de AJE, Marisol Chacón, y demás miembros de la asociación recibían la visita de las autoridades locales en su habitual recepción de feria.

Los jóvenes empresarios no fueron los únicos en usar El Arenal como punto de encuentro. El grupo BNI crecimiento, que preside David Salamanca y coordina Pedro Navajas, celebró en la caseta de La Muserola su tradicional almuerzo. Más de 40 empresarios de los 62 que integran dicho grupo compartieron una jornada festiva de lo más animada.

La caseta El Cotarro, al frente de la cual está el Golden Club, con la actriz Marisol Membrillo como estandarte, aprovechó el miércoles de feria para invitar a arroz a todo el que quiso disfrutar de un rato de buena compañía y buena música en la caseta. Un lugar ideal, abierto y agradable, para bailar sevillanas y todo tipo de ritmos. Con un concepto igual de abierto y sin perder la calidad en las comidas y en la música, La Trabajadera también fue ayer punto de encuentro de compañeros de trabajo como el que celebró el equipo del Imibic, con su director, Justo Castaño, a la cabeza. A medida que las temperaturas bajaron, el recinto ferial se fue llenando. Bien lo saben los conductores de autobús y taxi, que a partir de cierta hora vivieron una tarde-noche más que entretenida. Eso sí, a los usuarios de Aucorsa más rezagados no les quedó otra que buscarse la vida.