Si a usted le parece que vista una Cruz de Mayo ya ha visto todas, quizá se deba a que ande más pendiente de lo que se cuece en el entorno de la barra, de la buena gente que le acompaña y del ambiente festivo. Que no está nada mal. ¡Faltaría más! Pero puestos a disfrutar... ¿Por qué no reservar también tiempo para recrearse en esos pequeños-grandes detalles? Y es que en esta edición del 2017, donde se ha apreciado de nuevo un aumento general en la calidad de las instalaciones, el visitante que quiera dejarse sorprender encontrará más de una ocasión.

Se trata de detalles que no son exclusivos de las cruces que han ganado este año en sus respectivas modalidades, por más que la reproducción de la estatua de La Regadora, en la peña Los Emires, llame la atención tanto como el inmenso escudo de la ciudad, en Cañero, o la composición de flores y frutas frescas en la Cruz de la hermandad del Huerto. Así, y por ejemplo, fíjese en la cruz de la AV Alcázar Viejo, reivindicando su carácter de barrio con claveles rojos y...¡Coliflores! O las hojas de palma a los pies de la cruz de la hermandad de la Buena Muerte (San Hipólito), en solidaridad con los cristianos perseguidos del mundo. Otro caso son las flores de antórium incorporadas a las cruces de El Huerto y El prendimiento o como la cruz de Santiago que se luce orgullosa por todas partes en la instalación de la hermandad de Las Penas (en San Andrés) en homenaje a su barrio, sin olvidar otros ejemplos como la reproducción de la fachada de su casa de hermandad que muestra La Esperanza en el cine Olimpia...

Detalles de cada uno de los colectivos que montan la cruz que reflejan su esencia y que, a veces, hay que buscar para disfrutarlos. Incluso en esta azarosa edición de la fiesta de las Cruces, marcada por la lluvia (la tarde de ayer también los chubascos condicionaron la fiesta) y por algunas incidencias, como las 54 denuncias por hacer botellón e infracciones a la higiene pública la multitudinaria noche del pasado sábado o el drama que se vivió ayer en la Cruz del Santo Sepulcro, cuando un visitante de la ciudad que disfrutaba de la jornada junto a su familia sufrió una crisis y falleció repentinamente.