El fuego lo abrió ayer la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, al culpar a Alemania de parte de los desequilibrios económicos que sufre la eurozona. En declaraciones al Financial Times, Lagarde pidió ayer a Alemania políticas económicas de estímulo del consumo interno, para ayudar así a las industrias exportadoras de sus socios.

Desde el punto de vista de la ministra francesa, el abultado superávit comercial alemán (con muchas más exportaciones que importaciones) puede ser insostenible para el resto de los socios europeos. "¿Podrían hacer algo los países con superávit?", se preguntó Lagarde en la citada entrevista. "Cada uno debe hacer lo suyo", respondió, "pero hacen falta dos para bailar el tango".

En el fondo de la reflexión de Lagarde subyace una crítica amarga hacia la política econó- mica alemana que, según el análisis francés, hace descansar la incontestable competitividad de su economía en los bajos costes laborales, algo difícil de emular en los países socios. "Alemania ha hecho un buenísimo trabajo en los últimos 10 años al mejorar su competitividad y contener los costes laborales. Pero no estoy segura de que sea ese un modelo sostenible a largo plazo para el conjunto del grupo. Se requiere una mejor convergencia", explicó la ministra.

El viceportavoz del Gobierno alemán, Christoph Steegmans, respondió que Alemania no es un país en el que el Estado determine los sueldos o el consumo y abogó por que el resto de países de la zona euro hagan esfuerzos para armonizar la competitividad. "Sería deseable para todos los países miembros que, en lugar de intentar frenar a un país de manera artificial, invirtieran sus esfuerzos en crear una estrategia de crecimiento conjunto".

ALMUNIA, SALGADO Y PR LL El comisario europeo de la Competencia, Joaquín Almunia, expresó su sintonía con la ministra francesa. Durante su intervención en el Foro de la Nueva Economía, en Madrid, Almunia explicó que "hay países en la zona euro con un déficit por cuenta corriente casi permanente y otros con un superávit permanente, y eso genera una mayor necesidad de coordinación".

La ministra española Elena Salgado juzgó "deseable" que Alemania impulse su consumo interior, pero rechazó "hacer recomendaciones de un Estado a otro en ese sentido". El ministro austriaco de Finanzas, Joseph Pröll, se alineó con Alemania. "No puedo estar de acuerdo con Lagarde", dijo. "Comparto la opinión alemana de que no se puede vivir por encima de las posibilidades de cada uno", añadió.