La Escuela Superior de Arte Dramático acoge esta noche un acto de singular importancia: a su habitual denominación añadirá desde ahora el nombre de Miguel Salcedo Hierro. Porque, de la misma forma que el Conservatorio Superior de Música decidió en su día honrar con análoga distinción al pianista Rafael Orozco (antiguo alumno del centro y luego artista de fama internacional) o, años después, el Conservatorio de Danza, al bailarín Luis del Río (figura capital en la historia de la danza en Córdoba, amén de bailarín de reconocido prestigio), con tanto o más motivo ha querido la Escuela que a ella estuviese ligado el nombre del principal artífice de su existencia, además de catedrático y director de la misma hasta su jubilación en 1988. Y así, una vez cumplidos los trámites necesarios, en el acto de hoy se dará solemnidad a lo que es un gran testimonio de reconocimiento y afecto a Miguel Salcedo. Lo cual es motivo de enorme alegría para quienes le queremos y admiramos, y para cuantos conocen lo mucho que este polifacético cordobés ha hecho por el teatro en nuestra ciudad. En realidad, por el teatro y por otras muchas cosas, porque Miguel representa, como pocos, los más auténticos valores de amor a Córdoba. En sus cientos de artículos en este periódico, en sus conferencias, pregones y otras disertaciones, en sus libros y en su propio modo de vivir, percibimos indefectiblemente ese cordobesismo, hondo y auténtico, que no pudo tener mejor recompensa que la de consagrarle en 1989 como cronista oficial de la ciudad.

Pero sé que lo de hoy toca la fibra más sensible de su ser. Porque, entre sus amores, a su familia y a Córdoba principalmente, el teatro ocupa un lugar muy especial. Y en ese contexto, la Escuela Superior de Arte Dramático, que desde 1980 existe en Córdoba como tal, pero que nació mucho antes y creció durante décadas en el seno del Conservatorio Superior de Música. Una historia, que cumple sesenta años en este 2007, la cual tiene como protagonista principal a Miguel Salcedo. Pues, como digo, con él se iniciaron en 1947 los estudios de arte dramático en una institución oficial, y bajo su dirección fueron tomando carta de naturaleza e inusitada fuerza. En efecto, desde su cátedra de Interpretación no cesó en su afán por conseguir que se otorgase a dichos estudios la categoría y el reconocimiento que les correspondían, pues aunque estaban recogidos en el llamado plan de 1942 (normativa con la que el Ministerio de Educación reorganizó los conservatorios), y reglamentados desde 1951 (de ahí el antiguo nombre de Conservatorio Profesional de Música y Escuela de Arte Dramático), hubieron de sortear numerosas dificultades y carencias de todo tipo en el ámbito de los conservatorios de música. Lo cual no fue óbice, sino todo lo contrario, para que Salcedo hierro acertara a compatibilizar esa lucha por situar al arte dramático en su justo lugar, con el desarrollo del propio Conservatorio, del que fue su subdirector durante largo tiempo.

Con su buen hacer, y el del director del Conservatorio a la sazón, Rafael Quero , se terminaría consiguiendo que Córdoba fuese la primera ciudad española, tras Madrid, en donde la Escuela de Arte Dramático lograba segregarse del conservatorio de música respectivo y convertirse en un centro autónomo e independiente de éste. Sin duda, la personalidad y el prestigio de Miguel Salcedo fueron elementos determinantes para que en 1980 tal fundación se produjese. Personalmente, recuerdo aquello como una noticia triste, pues pocas cosas de mis años estudiantiles me resultan tan gratas y entrañables como el recuerdo de aquellas magníficas representaciones que, bajo la dirección de Salcedo, de Antonio Barrios o de otros profesores, preparaban los alumnos de la sección de arte dramático. Eran días de ambiente especial en el Conservatorio. Por lo que la marcha de ellos a un nuevo edificio, y su consolidación como centro autónomo, creo que produjo una sensación agridulce en muchos alumnos de mi generación y en no pocos profesores de entonces: comprendíamos que eso era bueno para que pudieran desarrollar mejor sus actividades docentes, pero sentíamos que se nos iba algo muy querido. Por todo ello, hoy es un día especial para nuestro Conservatorio, al que tanto dio Miguel Salcedo y en el que sabe conservará siempre un lugar de honor.

* Director del Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco