El prestigio de un hotel suele medirse por la categoría de sus clientes, pero algunos, como el Gran Meliá Don Pepe de Marbella destacan también por la calidad de sus profesionales. De sus cocinas, de la recepción y de sus restaurantes han salido multitud de trabajadores que comenzaron como simples camareros o recepcionistas y actualmente dirigen hoteles o restaurantes de renombre. Es el caso de Fermín Muñoz, gerente del restaurante Cipriano; Miguel Pedraza, propietario del restaurante La Navilla; el conde Francesco de Perlac, que comenzó como relaciones públicas y terminó dirigiendo el hotel durante 22 años.

Este año el Don Pepe cumple 50 años y para celebrarlo ha organizado una fiesta para sus empleados más antiguos, que tendrá lugar el 4 diciembre, y a la que han sido invitados aquellos que hayan trabajado en el hotel como mínimo siete años o que inauguraron el establecimiento. El Don Pepe abrió sus puertas en junio de 1964, con 226 habitaciones, convirtiéndose en el primer hotel de gran lujo que se construía en Marbella.

El abuelo del rey Felipe VI, Juan de Borbón, Mohamed VI, rey de Marruecos, con tan sólo 8 años, el actor Omar Sharif, la política argentina Eva Perón, el actor Sean Connery, entre otras personalidades, se han paseado por la piscina del hotel junto a jeques árabes. El Don Pepe se erigió como uno de los emblemas del turismo de lujo en Marbella, como refugio de la élite europea del momento.

La nómina antes de la democracia era de unas 2.250 pesetas al mes, narra Pérez Racero, que durante años ostentó la presidencia del comité de empresa, y que advierte que en aquellos tiempos "sabías cuándo entrabas, pero no cuándo salías".