Phan V¢n Th nh es un pobre campesino vietnamita, enfermo de cáncer y que en su pobreza lucha para mantener a sus dos hijos de casi treinta años, que con las extremidades retorcidas y la mirada perdida hacia la nada, están recostados casi sin moverse en un rincón de su humilde vivienda; Do n V¢n Dang es otro campesino del mismo país que ha tenido siete hijos, todos ellos con muy serias deformaciones físicas y minusvalías psíquicas profundas, de los que cuatro ya han muerto y tres, dos de ellos sin brazos, continúan en su casa; Nh¢n Ngoc Duc, un niño de seis años, ciego, sordo y mudo, se pasa el día balanceándose y golpeando su deformada cabeza contra la pared. Su madre ya se ha acostumbrado pues antes tuvo dos hijos, ahora ya muertos, en la misma situación. Los tres casos son representantes de las tres generaciones de "hijos del agente naranja": vietnamitas que desde hace cuarenta años han sufrido y siguen sufriendo los terribles efectos del uso más criminal e indiscriminado de armas químicas que jamás se ha hecho en una guerra, y esto, no por un dictador sanguinario, sino por un país que hoy pretende presentarse como adalid de los derechos humanos en el mundo.

Desde 1960 hasta 1971 los aviones C-123 de la fuerza aérea norteamericana, como parte de la llamada "Operación Ranch Hand", lanzaron casi ochenta millones de litros de herbicidas sobre más de 2.5 millones de hectáreas de bosques y cultivos de Vietnam, con la idea de defoliar los árboles donde pudiese esconderse la guerrilla del Vietcog, y para destruir las cosechas con las que pudiese alimentarse.

En estas misiones de destrucción sistemática del ecosistema del país se utilizaron unos quince defoliantes distintos, conocido cada uno de ellos por uno de los colores del arco iris. Entre ellos el defoliante más mortífero, y que supuso el 60% del total, era el agente naranja, un compuesto de dos herbicidas con un alto contenido de la muy venenosa dioxina. Se ha calculado que se necesitarían sólo 80 gramos de dioxina para envenenar toda el agua de una gran ciudad y matar a unos ocho millones de sus habitantes, pues bien, en Vietnam a través del agente naranja se lanzaron sobre sus campos y gentes más de 366 kilos, arrasando tierras que pueden tardar siglos en volver a ser aptas para el cultivo, destruyendo una quinta parte de los bosques y haciendo desaparecer casi la mitad de sus manglares y, lo que es todavía más grave, entrando en la cadena alimenticia de muchas zonas de aquel país, causando graves problemas sanitarios y ambientales que todavía hoy, cuarenta años después, afectan a casi un millón de vietnamitas. Los científicos vietnamitas calculan que, desde mediados de los años sesenta 500.000 niños nacieron con deformidades y enfermedades congénitas relacionadas con la dioxina, y este tipo de malformaciones siguen apareciendo todavía hoy. Un estudio realizado en 1999 por la consultora canadiense Hatfield Consultants detectó altos niveles de dioxina en la sangre de algunos niños nacidos aquel año, y la leche de mujeres expuestas al agente naranja o descendientes de las mismas, contenía diez veces más dioxina que la leche de las mujeres libres de esta exposición. Y otro estudio enumera no menos de 88 posibles patologías como consecuencia del contacto directo o indirecto con el agente naranja: diversos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, endocrinas, gastrointestinales, genitourinarias, neurológicas acompañadas, con frecuencia, con terribles malformaciones físicas. Los trágicos efectos de esta guerra química alcanzaron también a unos 55.000 soldados norteamericanos y a sus descendientes, pero mientras que estos, después de una larga batalla legal, consiguieron ser indemnizados con 180 millones de dólares, las víctimas vietnamitas todavía luchan para conseguir algún tipo de reparación. El 30 de enero de este año la Asociación Vietnamita por las Víctimas del Agente Naranja inició una acción legal en la Corte Federal de los Estados Unidos, contra la empresas químicas productores de estos defoliantes. Pero pocas esperanzas de éxito pueden tener pues corre el rumor en Vietnam de que los EEUU han puesto al gobierno vietnamita, como condición para apoyar su candidatura a la OMC, el que el problema del agente naranja se olvide ¡para siempre!