La alcaldesa, Rosa Aguilar, recordaba ayer en la inauguración del parque de Miraflores que "en la Córdoba de hace algunos años, había dos muros, el de las vías de Renfe y el río". Tras el plan Renfe, y con la apertura anoche del parque Miraflores, la segunda de estas gigantescas barreras urbanísticas, sociales e incluso psicológicas que dividieron a Córdoba ha caído.

Anoche, los discursos hicieron referencia al hito que supone, después de siglos, volver a pasear por jardines a la vera del Guadalquivir. Más aún, lograr que el río deje de ser una barrera y que ya nunca más un vecino del Campo de la Verdad diga "voy para Córdoba" cuando cruza el Puente Romano, recordó el teniente de alcalde Andrés Ocaña citando la frase de los más viejos del barrio.

En sus discursos, el gerente de Procórdoba, Angel Rebollo, el arquitecto Juan Cuenca, Andrés Ocaña y la propia alcaldesa reconocieron que la tarea de proyectar y construir el parque no ha sido fácil y hasta el final ha estado plagada de contratiempos. Sin embargo, se mostraron orgullosos del logro, del que se hizo partícipe a cargos municipales pasados como Manuel Pérez y, muy especialmente, el ex teniente de alcalde José Mellado.

Capítulo aparte fue la inauguración de la escultura Salam (Paz), obra del Equipo 57, donada por sus componentes a la ciudad (Juan Cuenca, José Duarte, Juan Serrano --los tres cordobeses--, Angel Duarte y Agustín Ibarrola). La obra instalada en el parque, señaló Aguilar, también salda "una deuda de Córdoba" con estos artistas, abanderados cordobeses del arte contemporáneo.