Ricardo Guerrero colocó el Broad Peak, uno de los catorce ochomil que hay en el planeta, en el imaginario colectivo cordobés, a través de sus crónicas en este periódico allá por el verano del 2003, antes incluso de que el Everest fuera un sueño alcanzable y su proyecto 2008 no pasara de unas meras notas a demasiada distancia de la realidad. En concreto, a 8.848 metros de altura. Desde entonces, con escasos medios pero desbordado de ilusión, ha ido paseando el nombre de Córdoba y, sobre todo, de su sueño de Capitalidad Cultural en el 2016 por el Elbrus, el Ama Dablam, el Aconcagua, el Shisha Pangma, el Karakorum, el Cho Oyu..., como un mecanismo perfecto de aclimatación y entrenamiento, desde el 2004, paso a paso, con una incuestionable pasión junto a su compañero de escalada, el montillano José Baena, hasta hollar ayer a las 10.45 horas la cima del mundo: el monte Everest. La "Madre del Universo" para los tibetanos.

130 ALPINISTAS Ricardo Guerrero y José Baena, o lo que es lo mismo, Córdoba Everest 2008, llevan mes y medio peinando vientos en el Tíbet. El tiempo ha sido esta vez su aliado, y junto a montañistas de medio mundo, entre los que se encontraban la sevillana Lina Quesada, además de Xavi Arias, Xavi Aymar (Barcelona al Sostre del Món), Juanra Madariaga, Jordi Estanyol (Metro Bilbao), Ari Jonathan, Casey Grom, Christine Boskoffs, Scott Fisher... y así, hasta 130 personas, según comentó ayer a Diario CORDOBA desde el Campo IV, horas después de la gesta, sin resuello, pero aún sobre una nube, han logrado cubrir un ciclo para la corta pero brillante historia del alpinismo cordobés.

"Ha sido muy duro", relataba sin oxígeno en el cuerpo congelado y dolorido, por encima de los ocho mil metros. "Las colas han sido eternas, sobre todo en los sitios de cuerdas, que son más técnicos, había mucha gente y nos ha retrasado la llegada", añadía. Y no le faltaba razón. A pesar de que la madrugada no fue especialmente dura, sin apenas viento ni precipitaciones de lluvia o nieve, los expedicionarios soportaron temperaturas de -35 grados. Se trata del tercer polo del planeta.

La escalada transcurrió por la arista noreste, de dos kilómetros de distancia, y 548 metros de desnivel. Fue de noche, y las más de, aproximadamente, ocho horas de ascensión dan muestra de la extrema dureza. Pasaron los complicados "escalones" casi en hilera: el primero, a 8.548 metros; el segundo, a 8.673, con 30 metros de altura a cuerda. Fue el momento crítico. Una vez superado, el tercer escalón, a 8.690 metros, y camino a las gradas de roca, la rampa de la cumbre y al fondo, la cima. El techo del Globo. Aquel que sir Edmund Hillary, fallecido el pasado 11 de enero, y el sherpa Tenzing Norgay alcanzaron por primera vez el 29 de mayo de 1953.

José Baena se quedó a las puertas del Shisha Pangma la primavera del 2006, a las del Cho Oyu, en otoño del 2007, a la tercera, este ingeniero técnico informático hizo cumbre en el Everest: "Hemos subido la bandera de la Capitalidad Cultural al techo del mundo. Córdoba se lo merece. Ha sido un día muy duro, pero aquí estamos. Esto va por todos vosotros".

Más de dos mil personas han ascendido al monte Everest. Y dos de ellos, son cordobeses.