Yde los buenos, no de los de plástico, aunque fuera en los años del plexiglás. Un chester de cuero, serio, negro como mi conciencia entonces, se decía, un chester que ya no sé dónde estará a estas horas. Me acompañó en todos mis viajes por el mundo entero. Siempre volvía más desgarrado de cada ruta. Lo perdí en el camino, como mi piel tantas veces. Recuerdo que trabajé en un programa de televisión que se llamó El diván , más de psiquiatra, pero no era el ancho, cómodo, señorial e íntimo viejo chester. La niña que lo hace ahora, Pepa Bueno, ha traído a Fernando Tejero, tan nuestro, ese niño con barba que, cuando puede, abre su corazón como quien parte una sandía en el suelo.

Del pueblo en su día también subió al trono, este es el real, el del Rey, esa bellísima mujer que se llama la reina Letizia. Ha sido noticia porque se ha cambiado el aire del pelo. Ha mejorado, al menos para mí. Me viene a la memoria aquella melena de Veronica Lake, de los tiempos de Bogart. Lo mejor del otro día de la Reina con los compañeros de la revista Woman fue lo que dijo con una voz fresca como una fruta, poderosa. Dijo hermosas palabras de la mujer, de los niños, de lo que significaba su trabajo. Usó el plural ("tenemos"), más que como una Reina, que lo es, como una madre. Enhorabuena, señora.

Además, Woman es del grupo, y allí estaba la Casa entera. Por eso aquí está el nombre de nuestro jefe de siempre, Antonio Asensio padre, del que el otro día vi de nuevo las esquelas de su aniversario. Como me ayudó mucho, como siempre me apreció y tantas oportunidades me dio, aquí dejo su nombre, su obra, su herencia en el oficio, aquella sonrisa suya de aquel día cuando llegó con Interviú a México (lo cuento siempre) y fuimos a visitar al presidente López Portillo-

Ya tenía yo el chester conmigo. Un buen sitio para ver y comentar, si hubiera sido posible, la faena de Finito en su tarde sevillana. Manolete decía que los toreros cordobeses siempre triunfaban en la Maestranza de Sevilla, tan difícil arena-

Me alegro tanto como del pregón de Mayo del maestro Manuel Pimentel, al que como viejo pregonero me invitó el alcalde José Antonio Nieto, que hace suya la buenísima idea de que Córdoba no debe dar la espalda a su Guadalquivir. Yo lo hacía antes, cuando para ver la Córdoba total, en la alta noche, me iba al otro lado del puente, al NH, precioso, preciso --como lo que escribe el maestro Cuenca Toribio, que ya tiene libro próximo en las manos--, y donde yo un día dejé una nota de urgencia, que han hecho, creo, mosaico constante para el turista. Y para terminar, la Cata, un éxito. La Cata y la Susana, cada día más guapa y más preñada- Mucha suerte en el chester de la política. Y Antonio Gala, ayer mismo en su tronera, que escribe: "Andalucía es siempre buena para todos". Gemma Ruiz, al teléfono, con su aire cordobés, confiesa: "Aquí me tienes, esperando la llegada de mi hijo, con más alegría que nunca-".