El doctor José Ángel Fernández García, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y médico de Atención primaria en Córdoba, ha visto en su consulta el tremendo daño que el consumo de bebidas alcohólicas hace tanto en la mente como en el cuerpo de los jóvenes desde los 13 años en adelante. Por ese motivo, él es partidario de que se prohíba el consumo de alcohol por lo menos hasta que se cumplan los 20 años. Esta idea, junto con otras como establecer unas normas claras de conducta para el adolescente o que este se sienta querido, fueron expuestas ayer en la conferencia que ofreció en el Aula de Salud de la Fundación Cajasol con el título El alcohol, primera causa de muerte en nuestros jóvenes. ¿Hacemos algo con el botellón?

-¿Cuál sería la edad ideal para permitir el consumo de alcohol?

-Yo la subiría a los 20 años, porque es la edad a la que el cerebro tiene la suficiente madurez para que no sufra tanto daño. En Estados Unidos, la edad permitida es a partir de los 21 años y en Islandia es a los 20. Ahora bien, en España puede ser una utopía, puesto que si se es mayor de edad y se puede conducir... Pero lo cierto es que tres cañas diarias a los 16 años hacen muchísimo más daño que a los 25 en todo el organismo. La toxicidad del alcohol en el cerebro es mucho peor en un niño que en un adulto.

-¿Cuál es la edad en la que los adolescentes comienzan a beber en Andalucía?

-En España, la edad de inicio es a los 13 años y siete meses.

-¿Hay más riesgo a esa edad de ser dependiente del alcohol?

-Claramente. Si con 14 años se beben de tres a cuatro cañas de cervezas diarias, se tiene asegurada la dependencia al alcohol en seis meses. Mientras que si esas mismas tres o cuatro cañas las consume un adulto, resulta que tarda de 10 a 12 años en generarse esa dependencia.

-¿Quién ofrece esa primera copa al adolescente?

-En el 90% de los casos es el abuelo del adolescente o el padre o el hermano mayor. Casi siempre es un familiar cercano el que le ofrece alcohol.

-¿Qué suele ser, un ‘cubata’, vino o cerveza?

-En Andalucía suele ser cerveza.

-¿Cómo se puede atajar el botellón?

-El botellón es un problema cultural, que se repite todos los fines de semana. Antes, bebíamos algo en una fiesta o por Nochebuena. La diferencia es que ahora la conducta se repite todos los fines de semana. Una manera de atajarlo desde la labor del médico de familia es detectar bebedores excesivos o dependientes en la consulta, y decirles que cambien el hábito. En un 20% de los casos son capaces de curarse o de no pasarse bebiendo.

-¿Tiene para los padres algún tipo de consejo para evitar que sus hijos beban de manera habitual?

-Hay unas normas que parece ser que están funcionando en Islandia. Por ejemplo, han bajado la hora de volver a casa tras salir con los amigos. No más tarde de las diez de la noche, y parece que funciona. Otra idea es tener normas claras de conducta no solo para vivir en familia, sino para comportarse en la sociedad y, por supuesto, como prevención fundamental es el cariño de los padres y que se sientan queridos.

-¿Y para profesores y políticos?

-Hay que proteger a los niños del alcohol y hay que hacerlo entre todos. Me refiero a padres, sanitarios, profesores y políticos. Es muy difícil, porque vivimos en un país en el que nos interesa el consumo de alcohol, porque vivimos mucho del turismo. Para un adulto responsable, una o dos copas de vino puede ser hasta beneficioso. El problema existe en los adolescentes, y es que el 30% de ellos hace botellón los fines de semana.