Vicente Raya del Castillo, es un aficionado cordobés que ha presidido la plaza de toros durante quince años y ha dicho adiós al cargo

En 1966, al finalizar los estudios en la Escuela General de Policía de Madrid, fue destinado a la Jefatura Superior de Policía de Barcelona como voluntario. Desde esa temporada, forma parte del equipo gubernativo de la plaza de toros Monumental. Era frecuente ver entre los espectadores a personajes de la cultura y las artes, entre ellos a Salvador Dalí con su esposa Gala. En 1970 es trasladado a Ronda, donde también forma parte del equipo gubernativo. En 1972 se incorpora a la plantilla de Córdoba, ejerciendo como secretario de actas, delegado, presidente suplente y presidente titular los últimos 15 años hasta su renuncia voluntaria.

--¿Como es posible que usted, ligado al mundo del toro cerca de 50 años, abandone el barco?

--No es un abandono, he considerado que ha llegado el momento de dejar esta responsabilidad. Soy aficionado a la Fiesta desde siempre y lo voy a seguir siendo. Estoy abonado a la plaza de Málaga desde hace muchos años y viajo a otras provincias a ver toros, conozco casi todas las plazas de toros de España.

--¿Dónde hay que lidiar más, en el ruedo o en el palco?

--Creo que son dos lidias distintas. Entiéndase por lidia la solución que hay que dar a todo problema. En el palco, como sucede a los toreros, se pasa unas veces bien y otras mal. Respecto al espectáculo taurino, he querido estar siempre muy documentado, habiendo sido numerosos los cursos a los que he asistido. Participé en el Primer Congreso Internacional en Defensa de la Cultura de la Tauromaquia, organizado por la Asociación Malagueña de Tauromaquia. Desde 1991 he asistido a los 18 seminarios de equipos gubernativos y veterinarios de plazas de toros de primera y segunda categoría de Andalucía.

--Esta temporada ha cumplido 15 años como presidente titular ¿qué balance le queda?

--Totalmente positivo. Los presidentes nos guiamos por nuestros conocimientos del reglamento y tenemos que ser objetivos. El público unas veces nos entiende y otras no. Y también, como humanos que somos, podemos equivocarnos. Nuestro criterio debe estar por encima de las dudas. Me voy con la conciencia tranquila.

--Ha elegido una tarde histórica para decir adiós...

--Verdaderamente, sí. La actuación de Morante de la Puebla la tarde del pasado día de junio ha consagrado Los Califas como una plaza histórica. Creo que se tardará años en repetir esta bellísima página del toreo.

--Pero también recordará tardes que le gustaría olvidar...

--Por supuesto. Presidiendo una corrida en Los Califas. El torero se coloca a portagayola ante la puerta de chiqueros. Tras unos momentos de espera aparece Tete, un pastor alemán blanco que tenía Antoñín, el anterior conserje de la plaza. El jolgorio fue tremendo. Ese día la entrada de público era considerable y además... La corrida la estaba dando en directo la televisión. En el palco me quedé de piedra.

--Donde le encontraremos a partir de ahora?

--En cualquier tertulia taurina, como siempre. No renuncio al placer que me supone vivir intensamente mi afición.