El magistrado hizo una radiografía sobre la situación jurídica en España y expuso las reformas que, a su juicio, son necesarias. Según dijo, la Justicia «funciona razonablemente bien, a pesar de que su inversión es de las más bajas de Europa», solo 32,4 euros por habitante (0,9% del PIB).

-Su conferencia se titula ‘La justicia en tiempos revueltos’, ¿qué ha pretendido aportar?

-Hago una radiografía muy sintética de la Justicia en España. Parto de la idea muy extendida en la opinión pública de la mala situación de la Justicia en España y con datos empíricos demuestro que no es del todo cierto, aunque sí es verdad que la justicia en España necesita acometer una serie de reformas estructurales para solventar males endémicos que solo es posible que se lleven a cabo desde una completa visión de Estado por todos los actores políticos, cosa que por desgracia me temo que no se hace. Hoy por hoy, la Justicia española es perfectamente equiparable a la de las sociedades democráticas más avanzadas pero, a mi juicio, los grandes males de la Justicia son políticos, y necesita grandes reformas para conseguir que sea de primerísima calidad.

-¿Qué reformas necesita la Justicia española?

-Por supuesto, una reforma del Consejo General del Poder Judicial, una nueva planta judicial, constitución de una nueva y moderna oficina judicial y algo menor, pero no baladí, como la desjudicialización completa del Registro Civil, y un gran tema, recurrente pero que en los 40 años de democracia no hemos sabido conseguir, que es una nueva ley de Enjuiciamiento criminal.

-Con la situación de Cataluña, ¿cree que la Justicia está marcando los tiempos políticos?

-Por eso hablo de sentido de Estado, no solo para acometer esas reformas, sino para ver y comprender la acción de la Justicia, que es justo lo que no está pasando con el tema de Cataluña. Me quedaba perplejo el otro día cuando oía a un expresidente de comunidad autónoma huido de la Justicia que constantemente requería la negociación con el presidente del Gobierno de España sobre su situación judicial. ¿Pero esta persona sabe realmente que existe en esta democracia española la separación de poderes y que esa negociación, primero no es posible porque lo judicial no se negocia, y segundo, si tiene que negociar será con la Fiscalía, jamás con el presidente del Gobierno? Se está perdiendo el poco o mucho sentido de Estado que había y pasa lo que pasa. Se interpreta que la Justicia se está entrometiendo en la acción política. Y no es así, la Justicia tiene su camino, que no tiene absolutamente nada que ver con las actuaciones políticas. Ocurre que en este país se han cometido graves delitos, sedición, rebelión.. y hay un juez de instrucción en el que hay que confiar, que está investigando y adoptando las decisiones convenientes, que no son políticas sino estrictamente judiciales y a las que hay que atenerse. Buena parte de la clase política no tiene las cosas claras y se confunde esto. Incluso el mismo presidente del Gobierno de España, que dice, si Puigdemont entra en España lo detendremos. No señor, usted no detiene a nadie, es el juez el que ha ordenado detener.

-¿Cree entonces que en la situación de Cataluña ha faltado política?

-La política tenía que haber actuado hace mucho tiempo y se ha llegado a unos extremos donde la Justicia ha tenido que intervenir, pero no para solucionar los problemas que la política no ha sabido responder.

-Usted ha estado en política, ¿cómo la ve desde fuera?

-Lamentablemente, cada vez con menos sentido de Estado y eso es realmente preocupante en una democracia que no deja de ser joven, como la nuestra. Una democracia, para madurar muchísimo, necesita tener buenos actores políticos y, si no son tan buenos como quisiéramos, mal vamos.

-¿Qué le parece la nueva Ciudad de la Justicia de Córdoba?

-Obra nueva es y hay que agradecerlo. Hay disfuncionalidades, seguro, pero también estoy convencido de que se irán corrigiendo con el tiempo. Pero podemos decir que hemos ganado más que perdido con el cambio.