El mes de julio nos ha vuelto a traer la suave caricia de la Virgen del Carmen. Lo saben sus fieles, sus devotos, aquellos que a pesar del calor no han dejado ni una sola tarde de acercarse a la novena. Una novena que ha conducido al día grande, día de fiesta, de reencuentro, de decirle guapa a la Virgen.

El sofocante calor fue testigo de tanto cariño a la Virgen del Carmen que entre un mar de corazones se abrió paso por la zona de Puerta Nueva y San Cayetano.

Casi al unísono, las campanas de sus respectivos templos volteaban a gloria y se unían en el aire anunciando el gozo de que la Reina del Monte Carmelo, la patrona de los marineros, ya estaba en la calle.

Calor, abanicos y aplausos a la Virgen del Carmen de Puerta Nueva, que ya estaba enmarcada tras la reja de acceso a su templo. La poderosa imagen de la Virgen lució en su paso exornado con distintas variedades de flores en tonos blanco y malva, con nardos en las esquinas, caminando a los sones de la banda del Cristo del Amor. Sonaba Pasa la Virgen Macarena por la Ronda de Andújar, mientras la inconfundible silueta de la Virgen del Carmen recortada en el cielo cordobés se iba poco a poco alejando buscando las calles de la feligresía, donde fue recibida con varias petaladas y cantos a pie de paso.

Música que tampoco faltó para la «Emperatriz cordobesa», la Reina de San Cayetano, que dejando una intensa ráfaga de olor a nardos bajaba la cuesta triunfante deseosa de rencontrarse con la Córdoba de siempre. La delicada imagen lució como un ascua de luz que desprendía el espléndido joyero que prendía de su escapulario, fruto de la devoción de siglos a la Madre del Carmelo que una vez más lució con orgullo para contemplación de paladares exquisitos. Entre estas se pudieron ver las nuevas joyas que estrenaba o el enriquecimiento de la corona canónica con distintas joyas de gran valor.

La Archicofradía de San Cayetano tuvo un recuerdo al que fuera hermano de la misma, el torero Manuel Rodríguez, Manolete, así con la Virgen ante el monumento al diestro cordobés, ubicado en el barrio de Santa Marina, la banda de música de Salteras que acompañó a la imagen interpretó el pasodoble Manolete.

Cada una en su estilo, a su manera, pero ambas a su paso dejaron en la ciudad esa suave brisa de mar que solo es capaz de traer la patrona de los marineros, la Virgen del Carmen.