La joven novillera Rocío Romero, que tuvo un ilusionante debut con picadores el pasado domingo en el Palacio Vistalegre, de Madrid, asegura en entrevista con EFE que «el toro no hace distinción de género, porque no sabe del sexo de quien se le pone delante».

Esta cordobesa de 19 años de edad ha sido noticia por su irrupción en un mundo dominado por hombres, pero no considera que su condición femenina condicione, «ni para bien ni para mal, sin discriminaciones positivas ni negativas», la valoración que los aficionados puedan tener de sus actuaciones en los ruedos.

«No influye para nada -insiste-, porque el arte del toreo no es algo exclusivo de hombres ni de mujeres, sino de cualquier persona que lo sienta y que lo realice con pasión. Yo me veo solo como un novillero más que lo intenta, y creo que es así también como me ve la gente».

Después de más de ochenta actuaciones con becerros y erales, casi todas con éxito, Rocío Romero tuvo una tarde destacada en esa presentación con los utreros, tras la que, de no ser por su fallos con los aceros ante el sexto de la tarde, pudo haber salido a hombros por la puerta grande de la plaza cubierta madrileña.

«En mi interior tenía sensaciones encontradas -explica la novillera cordobesa- pues se trataba de un día especial en el que se cumplía un sueño de muchos años, pero la felicidad que eso me producía se veía contrarrestada por los nervios y por el sentido de la responsabilidad de torear en una plaza tan importante y ante las cámaras de televisión».

«Aun asÍ, tal y como salieron las cosas y a pesar de que corté solo una oreja, voy a recordar esa tarde con alegría durante toda mi vida, porque llegué a sentirme muy agusto por momentos delante del toro. Se que aún tengo muchas carencias técnicas, pero procuro estar tranquila en la plaza para disfrutar con lo que más me llena», añade Rocío Romero.

La pasión por los toros le llegó a la torera de Córdoba a los catorce años, cuando se puso por primera vez delante de una becerra durante una fiesta campera. Tanto le impactó la experiencia que decidió abandonar su otra pasión hasta entonces, la gimnasia rítmica, con la que llegó a ser con su club campeona de Andalucía por equipos.

«Desde muy niña -relata la novillera- sabía que tenía mucho que expresar y sacar de dentro de mí, y al principio fue la gimnasia lo que me ayudó a hacerlo, a mostrarlo en el tapiz con las mazas, el aro o las cintas. Pero ante esa becerrita descubrí que el toreo iba a ser una vía mucho mejor para encauzar mis sentimientos».

Con todo, Rocío Romero considera que la práctica de la gimnasia le ha servido perfectamente para sus avances en la tauromaquia, y «no solo para mejorar plásticamente, en la elegancia y la armonía de los movimientos, que son tan importantes para torear».

«Más que eso -recalca- lo mejor que me ha dado el deporte es saber llevar una disciplina. Entrenar cuatro horas diarias desde los seis años me ha hecho ser muy consciente de que los sueños solo se pueden conseguir con mucho trabajo y sacrificio, exactamente lo que necesito para seguir avanzando en el toreo».

En cuanto al gran eco mediático que ha tenido su debut con picadores, Rocío Romero asegura asumirlo todo con naturalidad.

Cree que hasta ahora no ha hecho «realmente nada importante. Todo lo bueno está por llegar en una profesión que es una larga carrera de fondo».

“Lo más positivo de todos esos minutos de televisión y de las portadas de prensa que me han dedicado, por mucho que a mí me hayan venido fenomenal, es que han servido para volver a poner la tauromaquia en el candelero. Y para que, frente a tantas campañas en contra, la gente sepa que sigue habiendo jóvenes, chicos y chicas, que nos aficionamos a un arte tan maravilloso como es el de los toros”, concluye Rocío Romero.