¡Qué hermosas son esas viejas frases hechas! Porque te sirven de todo. Son multiuso. Se pueden utilizar en general, en lo doméstico, en lo político, ahora que incluso se han perdido las formas, que no hay más que asomarse al circo. Al circo nuestro de cada día. Y más hoy domingo, que se nos acaba la fiesta, la fiesta total, la feria fiesta, que la particular es cuando te lo pida el cuerpo. Por eso me congratulo, y no saben cuánto, que me lo acaba de ratificar esa criatura adorable de la que ya les conté el otro día, que tengo conmigo o yo con ella en el programa de Juan y Medio --que mejora, por cierto, de su caída-- que me ha dicho, la niña Cristina: «Ha sido una gozada la feria, no cabía un alma, y por si fuera poco, la feria mejor que nunca, mejorando cada año».

Y al que le pese, que reviente. Mientras tanto, la moda. La falda cada vez más corta; la pierna cada vez más larga. Y luego todo lo demás. India Martínez, de nuevo, en una larga entrevista en Lecturas.

Recomiendo el libro, que acaba de publicarse, Padre Ángel. La humildad y la rebeldía, de Lucía López Alonso. El padre Ángel, el apóstol de los desvalidos, con el que cuando me veo hablamos tanto de Córdoba.

Que se llevan los zarcillos, me gusta más que pendientes, sobre todo en un rostro cordobés, que luce más que en cualquier otro. ¡Qué bueno lo del nombre del cuidador de cada patio! Es un premio que da gloria. Córdoba total. Para bien y para mal.

Te recuerdo Villaharta, me lo recuerda el alcalde, mi amigo, ese día de agosto que les voy a contar hasta lo que nunca conté. Nos vemos pronto. También me lo recuerda mi amigo Alejandro, el poeta de los Pedroches.

Recuerdo a José Fernando, pobrecito, desde aquel día que en la puerta de su casa en Yerbabuena, fue y me dijo con aire altanero: « ¿Y usted que hace aquí en mi casa?» Y le respondí sin cambiar el paso: «Nene, yo estaba aquí mucho antes de que tu vinieras». Y me quedé tan campante. Porque estaba cerca de ese sitio, como lo estoy ahora de esa joven que se llama Gloria Camila, que está cada día más linda y más fuerte aunque sea una náufraga en una isla de locos, que es donde está. Hablé con ella hace poco, antes de irse tan lejos. Les digo que es cosa grande, cosa buena, aunque debe de mirar por dónde anda y sobre todo «con quién se junta», eso que decíamos cuando niños.

Debo entender que Bertín Osborne no debe querer que le compren la casa, hermosa, inmensa, en las afueras de Sevilla. Porque es lo que yo digo. «Pero hombre, vamos a ver, ¿por qué cuentas lo de los fantasmas que suenan, las puertas que se abren y se cierran mientras duermes?». Y no lo digo yo porque pensara comprarla, que no tengo jayeres, como dicen los gitanos, para eso. De todas maneras con las ganas que me quedo.

Y este domingo, el Rocío. Otro año que me quedo sin ir porque no tengo carro, ni tengo bueyes, ni tengo sombrero, que estoy esperando a ver si un día me ponen el que en Córdoba me prometieron. De nuevo recibo la revista La Casa, del Real Círculo de la Amistad. ¡Cuánto aprendo leyéndola¡ ¡Cuánto subrayo¡ ¡Y cuánto me gusta ver al maestro Calvache, que en paz descansa, con su alto sombrero antequerano de torero antiguo! Y la alegría de ver cómo sube, despacito, pero fuerte, el joven ciclista de La Rambla Alfonso Cabello, al que desde esta cuneta de papel animo con todas mis fuerzas. Tierra de cuestas y curvas es tierra de campeones, me dijo un día aquella leyenda, que a veces veo por Toledo, y que se llama Federico Martín Bahamontes.

Por cierto, Pepe Toscano, maestro, y lo callado que te lo tenías. ¿Qué es eso de la película que yo todavía no he visto, que se llama Manolete, y que se ha presentado en Madrid? Y yo sin enterarme. ¿Para que están los amigos tuyos, entre los que me encuentro? Manolete en todos lados, siempre, eso sí con el debido respeto, aunque alguien ha dicho, metido en política, que a veces es como aquello del innoble pareado de la copla: «Manolete, Manolete, si no sabes torear pa que te metes». Rima, es verdad, pero es una mierda de verso.

Para terminar quiero recordarles que la presentación del libro Hermano asno, patrocinado por la Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo), de nuestro Pascual Rovira, fue un éxito. Espero que venga a presentarlo en la feria del libro y así me lo dedica de su propia mano el señor de los asnillos. Y lo digo sin tapujos, recomendando una foto de nuestro profeta de la república independiente del burro de Rute, como a él le gusta llamarse.

Y termino. ¡Qué bien que le sienta el sombrero cordobés a la alcaldesa!, tal y como la veo en la entrega del Pimpi de Oro. Córdoba y sus galardones. Siempre generosa y solidaria.