--Ahora que algunos optan por salir del armario, a su protagonista le da por entrar. ¿Le gusta ir a la contra?

--Bueno, no es que me guste ir a la contra. Es que seguramente es un buen momento para meterse en un armario.

--¿Cuándo fue consciente de su fascinación por los armarios?

--Desde mi infancia, porque yo tuve un armario de tres cuerpos que estaba en el dormitorio de mis padres, como el que se describe en la novela, y ese objeto ha sido casi el núcleo de mi existencia. O sea, que la fascinación empezó ahí.

--Para un narrador, observar a los demás, sin que nadie se percate, le permite narrar la historia desde un punto de vista diferente, privilegiado.

--Sí. De hecho, se narra desde la invisibilidad siempre. El escritor está fuera. Luego, cuando se publica la novela, la tiene que difundir. Pero el narrador siempre es, sobre todo, un personaje invisible.

--Dice que esta es su novela más política porque metaforiza mucho la situación del mundo actual.

--Esta novela tiene una lectura de novela fantástica o de misterio. Un híbrido entre esos dos géneros. Pero que admite también una lectura de carácter político, que quizás no esté en la primera línea, pero creo que admite esa lectura y esa lectura tiene también un interés enorme.

--Esta novela la llevaba en la cabeza desde hace treinta años. ¿Por qué se resistía y por qué ahora?

--No es que se me resistiera, es que no tenía necesidad de escribirla. Quizás porque disfrutaba mucho porque para mí se convertía en un juego mental. Lo que no sé es por qué ahora. Quizás porque el juego estaba agotado ya.

--Imagine por un momento que se quedara encerrado en un armario sin móvil. ¿Qué es lo primero que pensaría o haría?

--¿Sin móvil?

--Sí. Si no, lo primero que haría es llamar.

--No sé. Quizá buscaría el espejo.

--La intención de este libro no es esconderse por parte del protagonista, sino vivir en otra dimensión.

--Sí, efectivamente. No se trata tanto de huir de un sitio como de llegar a otro. Este personaje, al principio, cree que está huyendo pero luego se da cuenta de que no, de que está llegando.

--Uno de sus protagonistas es el periodista Iñaki Gabilondo. ¿Su homenaje personal?

--No. Me venía bien. Porque yo quería encontrar un contrapunto a este periodista que aparece en la primera parte de la novela, Sergio O'Kane, que dirige un programa basura y necesitaba un contrapunto a la televisión basura. Ese contrapunto me lo podía inventar o lo podía coger de la realidad. Iñaki Gabilondo es un hombre que recoge mucho prestigio y, sobre todo, que reúne un consenso muy difícil de encontrar.

--Siempre se escribe desde el conflicto. ¿Usted lo hace?

--En un estado de bienestar con el mundo, uno se dedica a disfrutar del mundo, no a escribir. Es decir, se escribe cuando hay un conflicto con la realidad.

--Todo escritor tiene novelas que escribe y otras que no escribe. En su caso, ¿cuántas le andan revoloteando en la cabeza?

--No recuerdo, pero siempre tienes cuatro o cinco proyectos que a lo mejor nunca llegas a realizar y tienes apuntes en cuadernos, cosas que se aparecen en la cabeza.

--Algunos nombres de la cultura han aparecido en los papeles de Panamá. ¿Aquí no se escapa nadie?

--Bueno, se escapa mucha gente porque estos papeles son el 40% de un solo despacho de un solo país. O sea, que fíjate todo lo que se escapa.