Si ustedes así lo quieren, añadan el quinto nombre, porque hay muchos sueltos por el mundo. No cabrían en este perol de domingo que les acompaño, pero es lo que yo digo, verán si llevo más o menos la razón, si es que esta debe ser la última a veces de la sinrazón.

El poto. Cada día se lleva más, en la decoración interior de las casas, en los patios, siempre que no le dé mucho el sol. El poto es ¡tan agradecido!, servidor tiene uno, aquí cerca, en el comedor, que es una buena palabra suelta, siempre que haya que comer, claro, instalado en una vasija de barro, con el rostro de una india guaraní que es una belleza. El peto. Bueno, pues ya saben que es la base de lo que llevan los caballos, y la nuestra es tierra de caballos, en las corridas de toros, que parece que no se presentan mal en el mayo que viene. Y también el peto que se lleva no saben cuanto en la moda femenina. Es una especie de alzapantalón, que se está llevando sobre todo en las mujeres, incluso las princesas, hasta las reinas lo llevan en ocasiones especiales. Peto era lo que llevaba el mono de trabajo de Gabriel García Márquez, que hace un año que se nos ha muerto, sí, pero más vivo que nunca. Nos estamos enterando de muchas cosas. Fue mi amigo y mi maestro y les puedo decir que estará en mis memorias, si es que me atrevo algún día a contarlas.

El pito, eso que toca el árbitro en cada partido, pase lo que pase, ese pito que a veces no debía sonar y que es para nuestro equipo, que hasta el presidente ya tiene preparado el repuesto para segunda. El presidente del club, digo.

Y poto de patio, también, para nuestra María Pineda, no ya solo porque se nos fue luchando contra el cáncer, como todo el mundo sabe. Un día coincidí con ella en el tren que me trae y que me lleva, y le pregunté por Joaquín Cortés. Ya estaba la morena herida cuando me abrió la sonrisa. No sé si Joaquín, nuestro paisano, habrá vertido siquiera una lágrima en su recuerdo. Ella quiere que se la tenga en cuenta como una mujer que quiso hacer felices a los demás. Y por eso ha dicho que después de su funeral --es la primera vez, creo, que he escrito esta palabra en los casi veinte años de historia de nuestro perol de papel-- solo quiere que le canten y le bailen, y que haya fiesta en su recuerdo. Parece cordobesa María, aunque sea malagueña.

Claro que aún tengo una flor de poto para Arantxa del Sol, de Finito, que acabo de leer que ha dicho en un tuiter de esos que ahora se llevan: "Para amanecer, ningún lugar en el mundo como el sol de Córdoba". Gracias niña. Muchas gracias por la parte que nos corresponde, ¡qué flamenca la bella!

Y esperando, pero ya, el nuevo libro de Rafael Mir Jordano, mi maestro de Córdoba, ¡que escribe sobre cuarenta adulterios! además, siempre toreando cerca, maestrísimo- Como en su tiempo marcaba las canastas el grandísimo, nunca mejor dicho, Fernando Romay, que ha estado en Baena, según leo en el Cancionero .