Que si patatín, que si patatán. Lo que dicen por la calle, lo que hasta incluso se callan. Un título como si fuera la verdad de las cuatro esquinas, el rumor que no se aplaca. Lo que decía el viejo dicho, que anoche, ya de madrugada, escuché que se ha hecho copla. Y este viejo druida que soy. Barrendero de nostalgias, recogedor de suspiros, que colecciona leyendas y que también mucho calla.

Otra vez que escribo en verso, verso malo, más bien romance de ciego, pero lo cuento a ver lo que pasa. Para empezar, muchas gracias, al maestro Julio Merino por su artículo del otro día, sobre el perol. Nadie podía imaginar que iba a durar tanto tiempo, más que un par de zapatos de Segarra ¿recuerdan? Pues para empezar, muchas gracias.

Después, ya saben, lo del viernes en Barcelona, más que de sonrisas, lágrimas. Y hablo, sin hablar con ella, con Ana Rosa, en lo que llaman su verano más triste en Sotogrande, junto a Juan, su marido. Recordamos aquella hermosa noche en el Alcázar de Córdoba, donde lo pasamos juntos, cuando se casó mi hijo Tico, subdirector de Hola, con la periodista Carmen Valiño, una noche inolvidable. A la reina de la tele le gusta mucho esta tierra. Que con Medina Azahara ha crecido, me dicen, no sé cuánto. Claro, lo merece. También les diré que una de las pocas personas que cuando escribo de algo suyo, merecido siempre, me llama, es nuestra Rosa Luque, que hace unos días pasó una hermosa tarde junto al lago con Paco Solano, cronista sentimental de Córdoba, montillano de verdad, del que le pregunto a Rosa.

-¿Y qué libro hace ahora Solano, que siempre está escribiendo un libro de Córdoba o los cordobeses?

Y a media voz me responde, pero es grata la noticia.

-Un libro sobre la historia de la librería Luque.

Siempre el mismo querido Paco, que tanto me enseñó a querer a Córdoba. A conocerla, a sentirla, incluso desde Las Jaras. Donde yo estuve a punto de tener incluso una casa.

Sube a Madrid nuestro Rafael El Brujo, valientemente, durante todo setiembre creo, con su historia en solitario como casi siempre, del que trajo el yoga a España. A ver si me dejan verlo. Pero sí quiero decirles, que Mercedes, nuestra directora del Museo Julio Romero de Torres, ha recibido un premio bien hermoso, el de los plateros de Córdoba, oro en casa de la plata. De este otoño no pasa que baje a ver a la Valverde, que es una de mis leyendas. Y desde Francia me envía foto el rey del silbido, ya saben quien, Kurt Savoy, un genio en lo suyo, de estas tierras nuestras también, que me pide que forme parte de un libro que está escribiendo con un grupo de admiradores. Y que le digo que sí, ¡cómo no¡, que a veces baja por Madrid, y nos damos un abrazo. Es la voz de la sangre, claro.

Se va a llevar mucho el púrpura, en los labios y en la ropa. Hace muchos años, ahora que se nos fue Aretha Franklin, me dijo un día Julio Iglesias, que vino por aquí a cantar al respetable, que le gustaría cantar como un negro. Y yo le dije, y a mí me gustaría tambien cantar como tú, a veces, que tienes la voz tan blanca. Me gusta mucho el flamenco, que es lo mío en otro planeta distinto.

Es como lo de Robert Redford, que ahora se acuerda mucho de cuando estuvo en España. Pasó por Córdoba, ya saben, con macuto al hombro y una guitarra a la espalda. Le acompañaba la entonces su mujer, Lola, y ahora que se ha ido del cine, como actor, que como director continúa, pues no faltaba más, no se olviden lo que les digo. Entre sus sitios preferidos, en España claro, esta la sierra de Córdoba y no se olviden que su rancho de América tiene más o menos mil hectáreas. Y más cosas. Tengan en cuenta que es El hombre que susurraba a los caballos. Y para caballos, ¿quién de quién? Pues para caballos, Córdoba.

Y Madonna, que está cumpliendo sesenta años, sesenta años y un día. Un platero de los nuestros le hace joyas en silencio y él no quiere que se sepa. En cuanto yo conozca el nombre, se lo cuento. Porque es un artesano de lujo, pero un artista también. Y gracias porque recibo Toreros, en su número 126, 28 años de vida gloriosa, heroica, con tanta Córdoba torera dentro. Me la manda el maestro Toscano, y dentro esa foto de El Puri vistiéndose de luces con la ayuda de su mozo de espadas, Guerrita, apretándole el chaleco. Y esa sonrisa, siempre eterna, sonrisa elegante, del inmortal torero Montilla, cabeza de lagartijo, tan señor como decía Federico:

Qué gran torero en la plaza / Qué gran señor ‘en Tendillas’…

Con permiso también del poeta, que he cambiado sin rubor lo de la sierra por Tendillas. Sabrá perdonármelo, tratándose como siempre, de estas cosas nuestras.