Dos veces, dos, la misma palabra, con dos acentos. Como son dos los brazos de la cruz. Hoy es Domingo de Ramos. La pasión por la Pasión. Córdoba apasionada en esta Semana Santa tan divina y humana. Es la crónica de la propia vida todos los años escrita con la sangre derramada de un mártir que todo en la vida lo hizo con pasión.

Córdoba es una tierra, un lugar, coronado de arcángeles, y dicen que dicen que desde arriba, en la noche, se ven muchas luces encendidas, sobre todo al paso por la Bética. Son las luces de los cirios, de las tulipas en procesión. Y las de nuestra Semana Santa. Yo la pregoné en su día. ¡Si yo me colgara de este viejo cuello de pavo arrugado vuestras medallas, si yo descolgara de las paredes de mi casa los pergaminos, los diplomas, las placas de plata con mi nombre y la Semana Santa de Córdoba-! Las palabras que dijo Finito, abriendo el capote de la metáfora, ya las recogí el pasado domingo. Escribo en Viernes de Dolores y felicito hoy a las mujeres que se llaman así. Pasión por Córdoba. Palios, vírgenes, cristos, procesiones y rezos en tiempo de salves más que de padrenuestros. Siento que estoy mermando. Será la edad. Menos mal que la otra tarde, en el programa de la tele, había buena gente de Bujalance, que habían llegado llenos de alegría y cargados de cosas para la solidaridad.

Porque la pasión también ciega, aunque esté tan bien vista. Yo, por ejemplo, tengo pasión por algunas cosas. En el sabor, por el salmorejo; y como es natural, por los flamenquines. Me vienen a ver para que hable de Marisol, que acaba de cumplir los 67 y está como una niña con sus nietos. Pasión por el mar, en esta fecha, donde uno puede llegar a levantar sus propias torres de arena. Como la que en su día levanté escribiendo de Charo López, que vuelve del silencio, hermosamente actriz, en la obra Ojos de agua. Del agua de la fuente que salta o escapa tengo que dar el nombre de Antonio Gala, que también han ido a verle para que cuente algo de su vida, tan rica. Yo le leo cada día en su Tronera del periódico y así sé como está. Pasión por el teatro es la que siente Rafael Alvarez El Brujo . Está haciendo el Lazarillo. A ver si me decido, después de esta Semana Santa, y publico ese libro de memorias que tengo aun inédito, de Estrellita Castro, el suspiro, el caracol de España. Igual se lo mando a Manuel Pimentel, que tanta alegría me da siempre que lo veo, aunque sea haciendo publicidad, que si él la hace hay que hacerse inmediatamente con lo que pregona. Pone tanta pasión en todo lo que hace que hasta hablan las piedras, cuando cuenta su historia. En fin, que a ver si mi Cristo de los Faroles me hace caso y me resucita con él el domingo que viene. El sabe que tengo pasión por él, que a veces me quedo en un hotel cercano, solo, para rezarle a solas, aunque siempre, siempre, hay cerca la nota oculta de una guitarra. Una guitarra que llora. Siento pasión por Córdoba. ¿O es que no se me nota?