La otitis externa, también conocida como el oído de nadador, es una infección de la piel que recubre el conducto auditivo externo hasta la membrana timpánica. Este tipo de dermoepidermitis, que afecta tanto a niños como a adultos, se incrementa en verano debido a la entrada de agua en el oído de los pacientes por la gran frecuentación en zonas de baño que caracteriza a la temporada, además de las escasas condiciones higiénicas en las que podrían encontrarse el mar y las piscinas. De hecho, el 30% de cordobeses que han acudido a urgencias ambulatorias y hospitalarias durante los meses de verano han padecido de la infección del oído de nadador.

Francisco Muñoz del Castillo, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Reina Sofía, explica que el agua del mar o de la piscina que entra en el oído del paciente produce «una maceración de la piel del conducto auditivo, llegando a inflamarse por bacterias y gérmenes, denominados estafilococos aureus».

Según puntualiza Muñoz del Castillo, los síntomas de la otitis del verano son dolores del oído, la supuración de pus e incluso, si el eczema es muy delicado, se puede llegar a cerrar el conducto del paciente, produciendo una sensación de sordera. No obstante, el otorrino aclara que este tipo de otitis «no consigue llegar a la caja timpánica».

La inflamación del oído de nadador puede afectar del mismo modo a niños y adultos, aunque el especialista subraya que el motivo por el que suele darse mayor número de casos en niños se debe a que «los niños pasan demasiado tiempo con la cabeza bajo el agua de la piscina y no suelen proteger sus oídos para ello».

A su vez, la otitis externa en niños puede verse influida por otros trastornos inherentes, como dermatitis previas, ya que «hay pacientes que tienen eczemas en el conducto y al entrarle agua hay más probabilidad de que se les infecte», apunta el experto.

El otorrino hace hincapié en que la mejor manera de evitar el problema del oído de nadador es que «el agua no llegue a entrar en el oído y, si se diese el caso, se debe realizar algún tipo de maniobra para intentar sacarla, evitando en todo momento el uso de bastoncillos, ya que pueden favorecer el contraer la otitis del verano». El especialista aconseja a los padres de familia que sus hijos protejan sus oídos antes de darse un baño, utilizando «felpas, gorros de natación o tapones para niños».

El tratamiento tópico para la otitis externa son las gotas óticas para el oído porque, según apunta el otorrino «suelen controlar la infección en un 90% de pacientes de urgencias ambulatorias».

Sin embargo, cuando la infección llega a extenderse por toda la piel del conducto auditivo externo y se vuelve difusa, los pacientes suelen ser derivados a las urgencias hospitalarias porque no acaban de mejorarse. En este caso, los especialistas sustituyen el tratamiento de gotas óticas por antibióticos orales.

Virginia Cabezas Ramírez padeció la otitis del verano el pasado mes de junio. La joven montillana de 24 años asegura que sufrió una «fuerte sensación de sordera» durante dos semanas. Cabezas comenta que recibió un tratamiento de gotas óticas y, al continuar con molestias en el oído externo, se dirigió a otra especialista que le aconsejó que comenzase un nuevo tratamiento basado en antibióticos orales hasta que logró recuperarse completamente.