Por más que la Semana Santa y los días de fiesta desvíen la atención a otros menesteres, en Córdoba sigue habiendo familias que no tienen para llegar a fin de mes. Por eso entidades como Cruz Roja y el Banco de Alimentos siguen trabajando para repartir a toda prisa los alimentos que cada dos o tres meses llegan a la ciudad procedentes del Fondo Estatal de Garantía Agraria, productos no perecederos que el Gobierno compra para atender las necesidades de las personas que no tienen recursos. En esta última entrega, ha llegado aceite de oliva, arroz, cacao, cereales infantiles, atún, frutas en conserva, galletas, garbanzos, tomate frito, sardinas en conserva, leche entera, leche de concentración, judías verdes o potitos de fruta y pollo para los niños. Rafa Cruz, trabajador de Cruz Roja, ha hecho entrega entre algunas de las 69 entidades adscritas al programa una parte importante de la mercancía que llenaba hasta hace unos días su almacén. Entre otras, la asociación Compartir, cuyo portavoz es Miguel Ariza. «Nosotros entregamos unos 30.000 kilos de alimentos al año», explica, «antes de la crisis ya lo hacíamos para unas 30 o 40 familias, ahora tenemos el doble, alrededor de 75 familias y unas 300 personas». El reparto se hace teniendo en cuenta los criterios de los trabajadores sociales del Ayuntamiento, que desde hace unos años deben emitir un informe social de los usuarios para que éstos puedan acceder a estas entregas. «Nosotros intentamos paliar la necesidad de todas las personas que vienen a nosotros en busca de ayuda, vengan del barrio que vengan», comenta Ariza. «Si viene alguien en situación de urgencia se le facilita la comida y a continuación se tramita la documentación». Según su experiencia, «la inmensa mayoría de las personas que acuden a una entidad en busca de alimentos es porque está en situación muy precaria, de lo contrario, no lo hacen porque no es fácil para nadie tener que decir que no tiene ni para comer». El problema de estos alimentos no perecederos es que ofrecen una ayuda que necesariamente tiene que completarse porque nadie puede hacer un cocido solo con garbanzos ni unas lentejas si no tiene algo más que las legumbres. Cruz Roja no entrega alimentos frescos de ningún tipo a las entidades adscritas al programa, según Rafa Cruz, «porque no hay capacidad de almacenamiento y distribución de frutas, verduras o carnes». Las entregas del FEGA llegan tres veces al año.

Por más que se habla de recuperación económica, las entidades sociales como Cruz Roja siguen insistiendo en que hay un núcleo importante de la sociedad a la que la recuperación sigue sin llegar y que continúan demandando ayuda de primera necesidad. «Los que estamos en las asociaciones sabemos que hay mucha gente que ha estado en situación acomodada y que ha ido perdiendo las ayudas después de perder el trabajo y que, por su edad, no consigue encontrar nada», aseguran desde Compartir, que también se encuentran a diario con «personas mayores de 45 años que no encuentran trabajo y tampoco tienen prestaciones porque no han acumulado un mínimo de 16 años de cotización o pensionistas con pagas no contributivas de unos 300 y pico o 400 euros, muchos con hijos o nietos a su cargo y que sin estas ayudas no llegarían a fin de mes». Además de entregar alimentos, la asociación Compartir, como otras pequeñas entidades repartidas por toda la ciudad, ayudan a las familias con «ropa, muebles, productos de aseo o pequeñas aportaciones económicas de urgencia para suministros básicos».