El paso de la Virgen de la Cabeza estrenó la restauración de los candelabros de las esquinas así como las nuevas coronillas de las tulipas

A las 11 de la mañana la parroquia de San Francisco y San Eulogio se llenó ayer de romeros llegados de distintos puntos de Andalucía para, junto a la hermandad filial de Córdoba, rezar a la Virgen de la Cabeza.

Todo estaba listo para que, una hora después, la Virgen de la Cabeza sobre su paso recorriera las calles de la ciudad en una procesión que tras abandonar su sede canónica enfiló por la calle Cardenal González rumbo al entorno de la Catedral.

A pesar del calor, las grandes banderas situadas en cruz de guía se abrían paso por la calle la Feria. Tras ellas los representantes de las hermandades con sus estandartes, así como algunas de las hermandades de gloria de la capital y numerosas mujeres ataviadas con la clásica mantilla.

Al fondo, en la penumbra de la parroquia, se vislumbraba el inconfundible templete de plata que cobija a la Morenita cordobesa, réplica de la que se venera en el santuario de Andújar.

En la puerta, la banda de la Esperanza preparada para llenar de sones de gloria la procesión. Por un instante, solo se escuchaban las campanitas del paso que un año más anunciaron que la Virgen de la Cabeza ya estaba en la calle.

El paso lució exornado con rosas blancas, astromelias rosas y orquídeas en los frontales y laterales y estrenando las coronillas y la restauración de los candelabros que figuran en las esquinas.

"Morenita, y pequeñita lo mismo que una aceituna, una aceituna bendita" cantaba el ingente público que llenaba las calles aledañas a la Catedral, mientras la banda de la Esperanza interpretaba con brío el himno a la Virgen de la Cabeza.

No era Andújar, ni día de romería pero la intensidad era la misma, así se sucedían los aplausos y los vivas a la Virgen de la Cabeza mientras el paso de plata de la imagen se encontraba ya cerca del altar de la Virgen de los Faroles.

Momentos que se repitieron a lo largo del recorrido y que pusieron de manifiesto el cariño que la ciudad profesa a la Virgen de la Cabeza, la Morenita cordobesa.