Ante la llegada de la inminente cuaresma, las cofradías se postraron ayer ante su patrón, San Álvaro de Córdoba, este año exaltado por el sacerdote y canónigo de la Catedral de Córdoba, Antonio Gil Moreno. El pregonero hizo uso de su magnífica condición de orador para dejar una profunda reflexión que caló entre los asistentes que se dieron cita en el santuario de Scala Coeli, entre los que se pudieron ver al subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado; el presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías, Francisco Gómez Sanmiguel, así como hermanos mayores de cofradías y expresidentes de la Agrupación como Juan Villalba y Rafael Zafra.

Antonio Gil fue presentado por el subdelegado del gobierno, Juan José Primo Jurado, quien resaltó la extensa trayectoria del exaltador como sacerdote y periodista, así como su vinculación con las hermandades.

Tras la intervención de Primo Jurado, Antonio Gil comenzó su exaltación a través de unos versos del poeta Gabriel Iganal, para desgranar a continuación un profundo texto vertebrado en siete miradas a San Álvaro en clara analogía de los siete sacramentos «que nos abren a Dios, mientras recibimos su gracia que se derrama sobre nosotros, sobre nuestras hermandades y cofradías».

La primera de estas miradas la dedicó al convento de Scala Coeli, lugar donde vivió San Álvaro; la segunda, a los padres dominicos, con un recuerdo a los 800 años de la fundación de la orden. La tercera mirada se centró en la propia hermandad del Cristo de San Álvaro, «que infunde a este santuario el calor cofradiero y el calor romero», con alusión a la romería de Santo Domingo.

La cuarta, la más cofrade, la extendió a la Agrupación de Hermandades y Cofradías, señalando que las hermandades «sirven de vínculo de unión para la Iglesia y la sociedad», señalando que estas entidades son un camino para vivir mejor en cristiano porque «ofrece esos tres medios que el cristiano necesita: palabra, sacramentos y caridad», sin olvidar nunca que su «verdadero hermano mayor y propietario de la hermandad es Cristo».

La quinta reflexión la dirigió a la actualidad, en la que, según el exaltador, «la mejor atalaya para contemplar el mundo será siempre el Monte Calvario», con la Cruz, que «convierte en resucitados a todos los crucificados de la tierra», para pasar a una nueva cara del prisma centrada en la figura de San Álvaro y su biografía.

La última de las miradas, con la que concluyó, estuvo dirigida al Cristo de San Álvaro, deteniéndose en el vía crucis que instauró en la sierra, desde donde «brilla a lo largo de los siglos como una antorcha de luz, que ilumina entrañas y corazones».

El exaltador concluyó con unos versos del arquitecto Pedro Nolasco, dedicados al propio convento de Scala Coeli: «Alcázar de la fe, sagrado asilo. Religiosa memoria de un corazón tranquilo: la cristiana piedad goza en tu historia, que Escala te apellida de la gloria».

Tras la exaltación dio comienzo en el santuario una eucaristía oficiada por el padre dominico Mariano del Prado, que fue seguida de la tradicional procesión de San Álvaro por los aledaños del santuario. El santo patrón de las cofradías cordobesas procesionó sobre una sencilla parihuela exornada con clavel rosa a hombros de los cofrades.

Concluyó así un anual acto, en torno a la figura del patrón de las cofradías, que este año nos pone a las puertas de una nueva Cuaresma.