Tan solo hace falta un niño de 10 años para mostrar al resto del mundo que hay que ser feliz a pesar de los problemas y de las adversidades que se puedan plantear. «Que yo recuerde, mi tartamudez empezó con 4 años». Así empieza la carta de Juan Carlos, un niño cordobés que ha dado una lección de vida a base de «me gusta» y retuits. Una repercusión que su madre, María Lumbreras, jamás llegó a imaginar que tendría. «Me encuentro desbordada, no sabía que compartir la carta de mi hijo tendría tanto eco entre las personas», cuenta, orgullosa.

Todo comenzó gracias a la Fundación Española de la Tartamudez, a la que la familia López Lumbreras pertenece. «Nos propusieron un proyecto en el que los niños nos hablaran en un escrito de su tartamudez o que hicieran un dibujo», cuenta María, «pero mi hijo decidió que haría una redacción porque, según él, dibuja muy mal». A Juan Carlos solo le bastaron 10 minutos para hacer toda una declaración de intenciones y principios. «A veces se chulean de mí, pero a mí la tartamudez me parece algo único», cuenta este pequeño de 10 años en su redacción. Una idea, la de ser único, que no solo piensa Juan Carlos, también su hermano, Nacho, un año y medio menor que él, el cual, según su madre, está «loco de contento con él, dice que le encanta tener un hermano con tartamudez, porque no todo el mundo lo tiene». Otra lección más, estar orgulloso de lo que les hace diferentes de los demás, bien por ser tartamudo o ser el hermano de este, quien «es mucho más tímido que Juan Carlos», puntualiza María.

A la realización de esta redacción, en la cual queda muy clara su autoría, «firma del autor: Juan Carlos López, 10 años», reza al final de esta, le siguió la decisión de María de publicarla en Twitter. «Soy una persona muy activa en las redes sociales. Le pregunté a mi hijo que si la compartíamos y me dijo un sí rotundo». Pero jamás imaginaron que más de 4.000 personas compartirían el «orgullo» de este niño cordobés, y que más de 7.000 internautas dejarían claro que esta redacción infantil les gusta, y mucho. «Vi muy emocionante cómo un niño podía afrontar su vida y las dificultades que tenía en ella», cuenta la madre de Juan Carlos.

«A mí me gusta mi tartamudez. Pero, aún así, mis padres me llevan a un logopeda para intentar que la tartamudez se controle un poco y pueda hablar mejor», cuenta Juan Carlos en su carta, orgulloso de su «rasgo especial», a pesar de que también reconoce que le pasa más «cuando estoy muy nervioso o me pongo histérico». Y sigue insistiendo y haciendo público que lo que padece «no es malo», si no todo lo contrario. «Cuando alguien me pregunta, yo le digo tan feliz que soy tartamudo», pero afirma que hay quien le «chulea», aunque «me entra por un oído y me sale por el otro».

María también señala que «no es habitual» que un niño sea «tan feliz» con su tartamudez, ni que tenga «una personalidad tan arrolladora» como la de su hijo. «Esta repercusión en las redes sociales debe servir para visibilizar al mundo que los niños que padecen tartamudez son normales, no son bichos raros, y que son igual de inteligentes que los demás», resalta María, quien cuenta con el apoyo del grupo de padres de esta fundación, cuyo deseo es que, gracias al carácter de Juan Carlos y su iniciativa, se visibilice y normalice esta situación, ya que «estamos dando un paso de gigante».

«Ojalá me enfrentara a los problemas como lo hace él», cuenta María, emocionada, añadiendo que, como madre, para ella (y para todos) «mi hijo es un ejemplo a seguir».