Periko Ortega es uno de los grandes de la gastronomía cordobesa, un ejemplo de innovación, de dilatada trayectoria, que este mes ha trasladado su centro de operaciones, el restaurante Recomiendo, a un nuevo local en la calle Mirto 7, en Mirabueno.<b>

-¿Quién es el culpable de haberle metido el gusanillo de la cocina?

-Yo vengo de una familia ligada al mundo de la gastronomía por mi padre, que era cocinero, y al aceite de oliva (tenemos olivos en Jaén). Sin saberlo, era mi vocación. De pequeño me pasaba las horas en la cocina viendo a mi madre y a mi abuela y haciendo mis experimentos. Luego, vine a Córdoba a estudiar cocina y a las dos semanas supe que era lo mío. Yo diría que mucha culpa de la hornada de nuevos cocineros cordobeses es de un profesor de la Escuela de Hostelería, José Ángel Soler.

-¿En qué consiste el Recomiendo Power? ¿De dónde sale el concepto?

-Recomiendo Power salió solo. Empezó como un grito de guerra y, poco a poco, la gente lo ha cogido como un sentimiento. Para nosotros, el power son los clientes que vienen y se dejan llevar por nuestra cocina. Lo que empezó como una broma en redes sociales se ha convertido en marca. Si lo hubiéramos hecho a propósito, igual no habría salido tan bien.

-El otro local se quedó pequeño...

-Sí, sobre todo, en estructura para trabajar. También faltó entendimiento con la propiedad, así que el paso lógico era hacer algo propio, con total libertad. Este es el resultado de dos años de trabajo con los arquitectos de Complot, que han entendido lo que queríamos. También vimos que teníamos el restaurante siempre lleno, que rechazábamos muchas mesas y aprovechamos para ganar algunas más.

-¿Se ha planteado tener más de un Recomiendo abierto?

-No, para nosotros esto es un sistema de vida, no un negocio como tal, queremos disfrutar con lo que hacemos.

-¿Por qué Mirabueno?

-No queríamos estar en el Centro o la Judería. Empezamos en un barrio y nos gusta, buscábamos un sitio con aparcamiento y además esta zona tiene mucha luz, naturaleza, vistas...

-Su menú nace de su memoria gustativa. ¿Todo el mundo los entiende?

-Nos gusta jugar con los recuerdos, pero no es solo eso. Si viene alguien de fuera, entiende que cocinamos tradición con técnicas actuales. Les explicamos que van a tomar, por ejemplo, un postre basado en un Bollycao, lo que era para nosotros ese Bollycao... y lo disfrutan igual. Los de aquí agradecen que les rescates ciertos momentos que tenían olvidados. Cuando salta a tu memoria un recuerdo bueno, emociona, te hace mucha ilusión.

-Últimamente todo el mundo sabe o cree saber de cocina. ¿Se nota mucho en la clientela?

-Es es un arma de doble filo. Gracias a los medios, hay muchas cosas que suenan y eso ha hecho que la gente pierda el miedo a probar cosas nuevas, eso está cambiando y está muy bien, pero hay otra parte que no me gusta tanto. En cierta forma, se trivializa la profesión porque solo sale la parte bonita, cuando detrás hay mucho trabajo.

-Aquí nadie se va con hambre.

-Nadie. La gente tiene ese prejuicio sobre la alta cocina, pero no es así y en mi casa, menos. El menú está diseñado como para mí e incluye 14 platos.

-¿Con la mudanza el precio ha cambiado también?

-No. Es el mismo. 36 euros el menú.

-¿Cree que la gastronomía cordobesa está en el lugar que merece?

-Creo que hay mucho potencial que está desaprovechado, que habría que promocionar más la gastronomía en general y no solo la cocina tradicional o unos platos determinados.

-Sin embargo, el secreto del Recomiendo es el boca a boca.

-Sí, es lo único que hemos hecho hasta ahora. Hemos gastado cero euros en publicidad, y no es que me enorgullezca de ello, pero ese dinero se invierte en el restaurante, en una vajilla o una cubertería mejor. Los powerianos han corrido la voz. Y también nos han ayudado las redes sociales, que hacemos nosotros cuando podemos, no un community manager. Colgamos fotos reales, no hay montaje, quizás por eso le gusta a la gente.