Después de juego de trenes, de tronos, incluso de trinos, podríamos añadir de tramas. No hay más que mirar los mapas. Es el tiempo de los truenos. Mi cuerpo está bien herido con estos lamentos que me dan escalofrío y que me rompen el sueño. Pero, en fin, eso es lo que tenemos. Mayo se ha ido, adiós muchacho, y es el tiempo de junio en el que estamos, paisanos, mes de bastantes cosas porque habrá lluvia, que buena falta que hace. Pero también los relámpagos, aunque poco iluminan si el cielo se pone negro. Relámpagos como estos que asoman a nuestra vidriera, nuevos nombres, nuevos rostros, o al menos ese es mi deseo. Otra vez, y no puedo remediarlo, que escribo en verso.

Por lo pronto, el libro que en muy pocos días se presenta, según me avisa Julio Merino, de mi compañero Manuel Piedrahita, con un titular de sangre. ¡Cuántas ganitas que tengo de pasear con él ese caminito verde que le lleva por lo que fue vía del viejo tren del aceite, hasta por lo menos Doña Mencía, que sin conocerla del todo tanto me gusta! Apunto en mi alma, casi tatuado, esta verdad: el olivo es el árbol que sostiene el cielo. Toñi Moreno dice en una entrevista larga, siempre peleando: «Eres lo último que haces». Cierto, bien cierto, sobre todo en este mundo que vivimos. Yo tuve una frase colgada, cuando empezaba, o sea hace cuatro días, porque en esto en lo que estamos, los cuenta historias, es verdad: «Solo vales lo que vale tu último reportaje».

O sea, en esta ocasión, tu última página, por eso aunque sea casi verano me apuro tanto en refrescarla, no sea que llueva de pronto y caiga una carga de barro encima. Aunque el barro hace que La Rambla crezca cada día en cerámica artesanal y sea ya gigante en el tiempo de las gigas, que ya saben lo que son.

¡Cuánto me gusta el nombre de ese premio que se llama Averroes! Me cuentan, y debo decirlo, y así sacamos a la ventana a nuestra reina Letizia, que ya ha recibido el libro de nuestro burrero mayor del reino, y que la reina emérita ya lo tiene y dedicado. Por lo visto, por lo oído, se está vendiendo mucho, de lo que me alegro tanto, porque es un esfuerzo también del presidente de la Diputación, Antonio Ruiz. Un gran libro, estupendo.

Permítanme una pregunta. Presidenta Susana Díaz, ¿qué medalla es la que lleva usted siempre al cuello? Me gustaría saberlo. Siempre es la misma y siempre en el mismo sitio, en las duras y en las maduras. ¿O se trata de un secreto?

Joaquín Cortés, que se titula por el mundo por donde vaya El gitano cordobés, creo que ha dicho además en los carteles: «Yo también soy Patrimonio de la Humanidad».

La feria de mayo se acabó con el resultado de que fue mejor que la del año pasado. Vale. Como sé que les gustan las buenas noticias, que para eso es domingo, suelto este relámpago. María Teresa Campos, que ya ve de los dos ojos, después del susto, me dicen que dijo el otro día en el hospital Jiménez Díaz, donde tengo sitio siempre, a uno de los le cuidaban: «Algunos creen que me he ido de la tele, pero se equivocan, porque la tele es mi vida, y yo sigo más viva que nunca, o al menos eso creo». Y como es una buena noticia, a ustedes que se la mando. Es como lo de Bustamante y Echevarría. Aunque no sean de nuestra geografía, ¿por qué nos importan tanto? Pues por lo visto y por lo leído. Ellos se están viendo, si no es todos los días, por lo menos de cuando en cuando. En silencio y despacito.

Hoy no tengo ganas de molestar a mi clientela. Si acaso, buenas noticias, o por lo menos esperanzadas noticias. Como lo de Josefina Molina --ya era hora-- en la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando. Sitio difícil de entrar, pero ella ya lo he hecho. Siempre me gusta dar de ella buenas noticias. Pertenece a mi agenda positiva. Veo a Matías Prats hijo en la portada de la revista de la academia de televisión. ¡Cuánto me parece a su padre!

Bianca Jagger, la guerrillera de la palabra, como ha dicho un servidor en su blog de ¡Hola! para todo el mundo, ha pasado por Madrid, ya con los setenta años encima. Pero sigue teniendo resplandor. La he entrevistado dos veces, una por aquí, a poco de ser de Mike Jagger, y otra vez después en Nicaragua, donde volví a nacer un día, que a poco me matan en el entierro aquél por culpa del dictador Somoza, que le dijo a nuestro embajador: «Ese españolito es que quiere que me coja el toro». A veces me digo: ¡Ay si yo lo contara todo¡ Estoy que no me llega la camisa al cuerpo, pero aún me queda resuello para gritar, con todas mis fuerzas, ¡Córdoba, patrimonio de la fraternidad! Como creo en el cambio climático, espero que me encuentre en Córdoba por mucho que tarde el día.