"Lateral cuya mayor virtud es su potencial ofensivo; se maneja muy bien con el balón, tiene muy buena pierna izquierda. Para un equipo que quiere mantener el dominio es muy positivo. Está evolucionando; tiene que trabajar a nivel defensivo".

--7 millones vendidos de 'La catedral del mar' y 'La mano de Fátima'. ¿No le abruman las cifras con lo 'achuchaos' que estamos en el país?

--(Ríe). Me abrumo, pero no por lo achuchaos que estamos. No creo que tenga nada que ver una cosa con la otra.

--En su novela retrata el Madrid y la Sevilla del siglo XVIII. Dígame cómo eran estas ciudades en 140 caracteres.

--Sevilla era ya una ciudad decadente y Madrid, una eclosión, en espera de una eclosión que, efectivamente, sucedió en el XVIII.

--Usted esboza los primeros pasos del flamenco, que ya entonces era un "cante muy hondo y sentido".

--Por eso mismo. Yo creo que en ese momento podemos hablar de flamenco. Lo que pasa es que los flamencólogos lo definen cuando ya es un cante ortodoxo. Pero, para mí, ya en ese momento es flamenco.

--Dice que las mujeres son más representativas de la capacidad sensitiva del flamenco que los hombres. Igual los puristas se le echan en lo alto.

--Pues que se me echen. Las mujeres, generalmente, son más sensitivas y sensuales, en todo.

--Recrea cómo los religiosos participaron en el contrabando de tabaco. ¿La Iglesia nunca ha descansado en la historia para poder sobrevivir?

--Yo diría que más que sobrevivir. Si lo limitamos a sobrevivir, nos equivocamos. Yo diría que para vivir bien o muy bien.

--Su novela no remeda el lenguaje de la época. Solo introduce expresiones caló o de jerga. ¿Resulta imposible?

--Resulta innecesario y anacrónico. Sería una pérdida de tiempo para el lector.

--Califica de genocida la persecución para erradicar a los gitanos de España en el siglo XVIII.

--Bueno, genocidio implica el asesinato. No se llegó a eso, por suerte, y una gran mayoría logró sobrevivir, pero aún así fue una acción execrable.

--El sexo tiene un papel destacado en sus dos últimos libros. ¿Seguro que la sombra de Gray no es alargada?

--(Ríe). Hombre, el sexo tiene que tener un papel destacado en cualquier libro que trate de la pasión humana. Hay algunos que se olvidan, que lo tratan con superficialidad o que no quieren meterse. Para mí es un error.

--Ha dicho usted: "Quiero que la gente cuando lee mis libros sepa que lo leído es real". ¿No se inventa nada?

--Lo que es ficción, sí. Lo que es histórico, no. En absoluto. Y si llegase a inventarme algo que sea importante, qué duda cabe, lo salvaría en el epílogo.