Tiene 32 años. De profesión: Enfermero, pero su seudónimo es Enfermera Saturada. Practica el turismo de oposiciones. Tiene un sueño: llegar a tener una nómina fija. Todo ello lo cuenta en su segundo libro, que ha titulado 'El tiempo entre suturas'

--¿Enfermera Saturada, Saturnina Gallardo o Héctor Castiñeira? ¿En qué quedamos?

--(Ríe). El creador es Héctor Castiñeira. Pero a través del personaje de Saturnina cuento todo. Por los pasillos del hospital me llaman Satu los compañeros.

--Su personaje pertenece a una generación de mujeres que ha aprendido antes a coser heridas que botones. ¿Una generación engañada?

--En parte, sí. Nos dijeron que, si sacábamos buenas notas y hacíamos algo de provecho, tendríamos trabajo, un futuro y una familia con la que ir de vacaciones a Benidorm. Pero nos han engañado vilmente.

--¿Por eso se reponen antes de un amor complicado que de una cremallera rota?

--El problema es que hoy en día se le da mucho valor a la moda. Entonces, al final sí que el amor y el desamor están a la orden del día sin anestesia y es más fácil recuperarse de él.

--Habla usted del postureo sanitario. ¿Le ha dicho a Pablo Iglesias que también hay castas en los hospitales?

--(Ríe). Una interna, pero existe. Mucha casta y mucha caspa.

--En un hospital no todo son desbarajustes. También se conoce a famosos: Luis Tosar, Clara Lago.

--Sí. Sí que de vez en cuando vienen por el hospital y, como el resto de usuarios, pues unos son mejor que otros. Pero, por lo general, bien. Tienen que sufrir nuestros selfies.

--Dice usted que la precariedad anida en los hospitales. ¿Cuántos contratos de un solo día ha firmado?

--Cerca de mil tranquilamente.

--32 años, 100 mil seguidores en las redes y eterno candidato a nómina fija. ¿Eso era el futuro?

--Nos han engañado. Yo doy gracias de no haber tenido que emigrar como otros compañeros.

--Los hospitales son una fuente inagotable de anécdotas. Cuénteme la menos creíble.

--Recuerdo un caso de un hombre que estaba trabajando en el campo, se accidentó con la máquina con la que trabajaba y llegó a Urgencias con su mujer. Pero la mujer se puso tan nerviosa que se quiso arreglar. Era curioso ver a la señora con el vestido de fin de año y tacones y al lado el marido con el mono de trabajo y todo despedazado.

--¿Cuántos compañeros como usted practican el turismo de oposiciones?

--Somos miles en nuestra propia comunidad. Como vemos que no hay suerte, te matriculas en la de al lado y al final vas haciendo turismo de oposiciones por la Seguridad Social.

--Por cierto, ¿hablamos de las cafeterías en los hospitales o eso lo deja para otro libro?

--(Ríe). Siempre digo que las cafeterías de los hospitales tienen la función de proveer de enfermos al hospital, porque su comida da para un libro de cocina.