Fernando Grande-Marlaska (Bilbao, 1962) es el presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y, desde 2013, vocal del Consejo General del Poder Judicial. Este afamado magistrado presentó ayer en Córdoba su libro Ni pena ni miedo, una obra en la que expone su vida como ejemplo de una lucha constante por la igualdad; toda una declaración de principios frente a la realidad actual.

-¿Qué nos presenta en ‘Ni pena ni miedo’?

-En el libro hablo, haciendo un desarrollo a medida personal, de aquellas cuestiones importantes sobre derechos humanos. Un tema que nos afecta en el desarrollo de nuestras vidas; cuestiones como la identidad sexual, la libertad de manifestarse uno tal y como es o la igualdad entre hombres y mujeres, algo por lo que parece que todavía hay que seguir luchando. El libro viene a decir lo que yo considero la diferencia entre ética pública y ética privada, los valores que hemos ido construyendo y que nos han permitido la posibilidad de manifestarnos tal y como somos, tratando lo primordial que es la educación para limitar todos esos prejuicios que imponen desde pequeños, los roles de lo que tiene que ser el hombre o la mujer o como se tiene que manifestar uno dentro de su identidad sexual.

-¿Fue una decisión difícil exponer estos temas y compararlos con su experiencia personal?

-Al principio fue difícil, un reto. Entendía que si hablaba de mi vida y de varias cuestiones en términos de valores, no iba a poder estar volando, si no que iba a tener que pisar suelo, y eso era un riesgo por cómo podrían percibirlo el resto de personas. Pero una vez que lo decidí, fue incluso satisfactorio.

-Este libro que, según afirma, supuso un reto para usted, ¿por qué decidió escribirlo finalmente?

-Porque siempre he estado involucrado en diversas cuestiones sociales y la escritura siempre me ha llamado. Igual que digo que era un reto y una constante sensación de vértigo, era el único tipo de libro que, a estas alturas de mi vida y de mi trayectoria profesional, me veía en condiciones de afrontar.

-¿Qué reacciones ha provocado su libro?

-Reacciones positivas, mi gran temor era ese principalmente. Han habido silencios, pero ninguna negativa.

-Ayer, también dio una charla en la Facultad de Derecho, ¿qué temas trató?

-Hablé de derechos humanos dentro de lo que forma parte de la diversidad del individuo. Por ejemplo, las mujeres tienen esa lucha desde hace años, sí tienen igualdad formal, pero no la igualdad efectiva. Lo mismo pasa con la orientación sexual, la identidad de género, los discapacitados o en todo lo que es diversidad en cuanto a las personas. La ponencia se basó en cuál es el mapa del ordenamiento jurídico internacional que lo protege y que, cuando hablamos de diversidad, lo hacemos de tolerancia y lucha contra la intolerancia.

-En base a eso, ¿cómo es la sociedad actual en cuanto a diversidad y tolerancia?

-Evidentemente ha evolucionado. Tenemos leyes que recogen y protegen temas que conciernen a la diversidad sexual y afectiva. Pero una cosa es la realidad formal de las leyes y otra el día a día, la realidad material. Ahí es donde creo que todavía tenemos que hacer un pequeño esfuerzo en este país, la tarea de evitar, hoy en día, todo lo que vemos, como las agresiones o las manifestaciones homófobas, los llamados gritos de odio. Destacar la labor importante en la educación y en las administraciones de justicia, formando a la gente para que sepan dar respuesta a todas esas conductas atentatorias de la dignidad humana.