-Leyendo ‘Filek’ cualquier lector puede pensar si este hombre era demasiado avispado o suicida o si el régimen cobijaba a demasiados tipos como Filek.

-Bueno, este era el espabilado que se aprovechó de las chapuzas del régimen porque todo en el gobierno de la posguerra era muy zarrapastroso. La patente no existía, su empresa no existía, sin embargo después de la guerra salió en el BOE con la calificación de industria internacional y sí se aprovechó de lo chapucero que era el régimen de Franco.

-Leyendo la biografía sobre Franco de Paul Preston le llaman la atención unas líneas sobre este personaje y allí rompe su curiosidad por él.

-Sí. Es como una nota a pie de página de la vida de Franco y sin embargo los novelistas a veces somos precisamente los que nos dedicamos a eso, ¿no?, a los personajes que no son muy importantes para la Historia con mayúsculas y que tienen una historia lo bastante interesante como para poder contar.

- ¿Le costó reconstruir el perfil de este delincuente de poca monta?

-Hay muchas sombras y bastantes luces y a través de esas luces pues consigo reconstruir la historia de este, que en la realidad es casi una historia picaresca, pero es un pícaro austriaco, no un pícaro español.

-Uno de los aspectos más curiosos de este personaje es esa capacidad de persuasión. ¿Convencía con sus recetas para conseguir gasolina sintética con el baño maría? Demasiado simple.

-(Ríe). Sí. Conseguía engañar a gente que no sabía, pero también hay que comprender que en aquella época nadie sabía de hidrocarburos. Es como si ahora nos vienen a vender una startup o algo de lo que no hemos oído hablar. Sabemos que hay gente que se enriquece con eso, pero somos unos ignorantes al respecto. Es decir, que se aprovechaba de la ignorancia sobre los carburantes. De un modo como ahora nosotros podríamos morder el anzuelo de una estafa de una criptomoneda, por ejemplo.

-Le favoreció en su carrera de estafador pasar tres años en cárceles republicanas.

-No sólo le favoreció sino que le borró todo el pasado de estafador que tenía y le convirtió en una especie de mártir del nuevo régimen. Un excautivo era alguien que había demostrado con su sacrificio y sufrimiento la lealtad al nuevo régimen.

-Imagino que le ayudaría su apellido germánico y venderse como antiguo miembro del ejército austriaco.

-En aquel momento, realmente, lo germánico tenía mucho prestigio. Estamos hablando del año 39, o sea, justo cuando acaba de empezar la Segunda Guerra Mundial. Y aparte también su amistad con Serrano Suñer, con quien coincidió en la cárcel. Y después con otro cuñado, que era Felipe Polo, que fue uno de los grandes defensores de la gasolina de Filek. O sea, que fue una historia de cuñados.

- Ensayo y novela. Decidió no inventar y documentar todo. Se impuso las mismas reglas que Patrick Modiano en ‘Dora Bruder’, una novelita bellísima. ¿Siguió las mismas pautas?

-Sí. Con la diferencia de que de Dora Bruder, que era una niña cuando desapareció en el París de la ocupación, no había mucho rastro en los archivos o en las hemerotecas. En cambio de este, luego que me puse a buscar, pues encontré muchas cosas.

-Los estafadores nos suelen caer bien. En este caso concreto nos es más simpático porque intenta engañar a Franco.

-Lo intenta y lo consigue. Porque, aunque él sale en el BOE a finales de 39, en enero ya hay gente del régimen que ha descubierto el engaño. Pero hasta que Franco cree que efectivamente es un engaño, pasan todavía varios meses, casi medio año. Con lo cual, realmente, él tiene el mérito de haber conseguido engañar a Franco. Y, efectivamente, yo creo que es algo que a todos nos hace que nos resulte más simpático.