Pocas veces un espectáculo es capaz de transmitir la esencia de un país en su conjunto, sobre todo si se trata de una nación con un amplio territorio. Pero la Escuadra Ecuestre Palmas de Peñaflor, de Chile, ha sabido dar acogida a las regiones montañosas, al Altiplano y a las islas del Pacífico. Todo ello unido por el caballo chileno, descendiente del caballo español, y de los jinetes del país, los huasos. Estos jinetes conservan la esencia del trabajo en el campo y de los rodeos chilenos, con una doma ágil, rápida, brillante, siempre en movimiento, y elegante; montando a la jineta, de la manera más clásica, con los estribos cortos. A la demostración de los movimientos de sus caballo se unen los bailes y la música de diversas partes del país andino, destacando la cueca, el expresivo baile nacional chileno acompañado del lenguaje de los pañuelos.

Banderas, variedad de trajes típicos, dinamismo y alegría chilenos tuvieron como compañeros el clasicismo de los movimientos de la doma de alta escuela europea y la sobriedad y dinamismo de la vaquera, destacando el baile por sevillanas.

Lo único que restó brillantez al espectáculo conjunto de chilenos y cordobeses fue la lluvia, que impidió que pudieran trabajar en el patio principal, por lo que el espectáculo tuvo que realizarse en el singular picadero cubierto, con menos cabida. Los responsables de Córdoba Ecuestre, ante el interés despertado por la actuación, ofrecieron tres actuaciones diferentes para que todos los que lo desearan pudieran presenciarlo.

Asistieron representantes municipales, del mundo del caballo, el canciller de Relaciones Exteriores de Chile y el embajador en Madrid, encantados con el espectáculo cordobés y con la acogida recibida en la ciudad. Su próximo destino será Inglaterra, donde el día 6 actuarán ante la reina Isabel II.