-¿Por qué todavía hoy la menstruación de la mujer se ve como un estorbo o una debilidad y no como algo normal?

-Porque somos nosotras las que menstruamos. El monstruo es el cuerpo de la mujer, no el cuerpo del hombre.

-¿Qué parte de responsabilidad le corresponde a la mujer y sobre todo a las feministas?

-La parte que nos corresponde es la de abrir nuestro armario de la menstruación y salir de él con orgullo y poder enseñar al mundo que la experiencia menstrual es algo digno de orgullo y de vivirse a puertas abiertas.

-Sorprende más aún que el ciclo menstrual, que condiciona poderosamente la vida cotidiana, sea aún un tema secreto.

-Es un tema secreto porque tiene que ver con el cuerpo femenino. Y todo lo que tenga que ver con el cuerpo femenino, desde la cultura judeocristiana, siempre se ha relacionado con el pecado, lo sucio, y es algo por muy laicos que nos creamos, pues seguimos teniendo la cultura cincelada en nuestro cuerpo.

-¿El ciclo menstrual es quizás el último gran tabú que perdura relacionado con la feminidad?

-Es uno de los dos grandes tabúes. Uno sería el ciclo menstrual y otro sería el deseo de no maternidad. El deseo de no maternidad es la decisión de elegir no ser madre. A nosotras se nos pone esa opción. Es algo que tenemos que robar a los hombres, el decir no quiero ser madre.

-‘Diario de un cuerpo’ es un libro intenso y rabioso, escrito con lágrimas y con sangre. Aquí no hay metáforas. ¿Era necesario?

-Sí. Era necesario para las lectoras y los lectores atrevidos que quisieran verse reflejados y ver la carne y con esa carne hacer de espejo, ver tu propia carne. Y también como necesidad de escritora, para mí era necesario entender qué estaba pasando en ese periodo de mi vida.

-Creadora del concepto de pedagogía menstrual, aspira a que las mujeres vivan su cuerpo y su ciclo menstrual desde el conocimiento.

-Sí, porque lo que no se nombra, existe. Y el conocimiento es poder. Vimos siempre este cuerpo sin saber cómo funciona porque nos lo han escrito. Nos lo han dado a leer de una manera que no hemos escrito nosotras. Pues ya es hora de que nos pongamos a conocerlo y a escribir otras voces sobre experiencia menstrual.

-Una de sus tesis es la que define como “soy una, soy cuatro”.

-Sí, porque somos animales humanos cíclicos y nuestro ciclo hormonal comprende una serie de etapas que se pueden abarcar en una explicación de cuatro, de una identidad que es múltiple. Pero también el animal humano masculino es cíclico.

-Se define también como un animal vulnerable. Pese a su carácter.

-(Ríe). Quizás por mi carácter se señala que soy un animal en un cuerpo vulnerable. Esto significa que sobre mí pesa el poder ser vulnerable, en la manera en que pueda andar o no por la calle, en la que desconozco mi cuerpo, ya me pone en una situación de vulnerabilidad. Es de nuevo el orgullo vulnerable de ir más allá.

-Dice usted: “No estoy loca, soy cíclica. Y a partir de aquí el mundo se me antojó menos raro. El mundo en mis bragas”.

-La experiencia de muchas mujeres es que te lo estás inventando tú. De repente te cambia el carácter y dices esto es una historia mía. Pero no, no estoy loca. No me voy a gastar la energía en creer que la enferma soy yo. Yo no estoy mal. Es el sistema el que está mal y el que tenemos que cambiar.

-Hay y otra frase suya definitiva: “Hay personas que buscan el control de su cuerpo, otras que lo torturan, muchas lo intoxican, la mayoría lo ignoran y casi todas lo abandonan”. Me parece un diagnóstico muy triste.

-Lo es. Es de una tristeza soberana. Y creo que, ubicarnos desde aquí, nos permite ir corriendo a habitar el cuerpo. Es decir, se te está cayendo la casa por todas partes y ni la conoces.