Compraba cuadros a los artistas que se acercaban a su taberna, facilitaba la venta a otros clientes actuando como intermediario altruista o, directamente, les dejaba dinero en caso de necesidad, como confiesan humildemente algunos de ellos. Así era Emilio Álvarez, propietario de la taberna la Fuenseca, al que se concedió el título de Patrimonio Humano en 2006 por su contribución al mundo de la cultura. Ahora, seis meses después de su muerte, la Peña Rincón de los Artistas ha organizado en su homenaje una exposición colectiva de pintura, escultura y fotografía. En la muestra, que se podrá ver en la sala José Capdevila de la taberna la Fuenseca durante todo el mes de mayo, participan 23 artistas cordobeses de todas las tendencias ligados íntimamente a Emilio Álvarez y su taberna, que, como dijo Milagros Escalera durante el acto inaugural el pasado sábado, «han dado siempre cobijo y apoyo al arte en todas sus manifestaciones». José Manuel Belmonte, Camilo Huéscar, Pepe Puntas, Pepe Amate, Rikardo González, Ayala, Paco Madrigal, Paco Melero, Paco Melero hijo, Braulio Valderas, Manolo Jurado, Manuel Fernández de Otero, Paco Gil, Esteban Ruiz, Cervantes, Pablo Rubio, José Osuna, Juan Molina, Juan Sánchez, Manolo Luna, Goval, José Luis Romero y María José Ruiz conforman la larga lista de participantes. Veintidós hombres y una mujer. El pasado y el futuro. Y es que, hasta ahora, como señalaba Milagros Escalera en la inauguración, «las tabernas no eran cosa de mujeres». Al menos de mujeres artistas. A partir de ahora sí que lo van a ser. Sobre todo en la Fuenseca, ya que, según asegura Jesús Alamillos, nieto de Emilio Álvarez y actual propietario de la taberna, a partir de septiembre se van a exponer muestras individuales -ya hay programadas cinco hasta junio- y la primera va a ser, precisamente, de una mujer: Nieves Moriano.

En cuanto al homenaje a Emilio, Alamillos señala que se empezó a gestar incluso antes de su muerte, cuando José Manuel Belmonte se ofreció a hacérselo. Luego, tras su fallecimiento en noviembre, se creó un grupo de trabajo, formado por el propio Alamillos, Bartolomé Lebrón -responsable de la sala de exposiciones del Colegio de Abogados- y Manuel Martín, que se ha encargado de la organización de la muestra, con la total colaboración de los artistas. «Por parte de los artistas han sido todo facilidades -dice Jesús-, ninguno ha preguntado por sus compañeros, se han sumado incondicionalmente, y, eso sí, pedían que la exposición fuera en la taberna». Alamillos se muestra muy orgulloso del trabajo de su abuelo, de «la calidad artística y cultural que le dio a la taberna la Fuenseca», cobijo siempre, como recordaba Milagros Escalera, «de artistas que discutían sobre sus obras y proyectos». Sobre todo en los años noventa, «una época muy fructífera en la pintura», como señala Bartolomé Lebrón, encargado de programar las exposiciones que se organicen en la nueva etapa. Bartolomé conoció muy bien a Emilio y recuerda especialmente de él «esa sensibilidad especial al arte, ese sexto sentido que le hacía saber cuándo un artista era bueno».

Un homenaje muy especial en un momento en que el arte cordobés se encuentra tan necesitado de Emilios, de hombres como él que ayuden a los creadores y contribuyan a la difusión de su obra sencillamente por amor al arte.