-En ‘Primero de poeta’ están las vidas que perdió, las declaraciones de amor que calló, los sueños rotos, los papeles que quemó. ¿No es mucha materia para un solo libro?

-(Ríe). Creo que no. Están todas las cosas básicas que necesitamos. Por lo menos lo que yo necesitaba en ese momento para poder salir a flote.

-Ha escrito que escribir este libro ha sido descubrir que sus miedos siempre ganan la partida. ¿Al fin logró vencerlos?

-Sí. Gracias al libro logré vencerlos. No todos. Todavía sigo aprendiendo, que es la parte más importante que creo que tenemos que hacer todos. Seguir aprendiendo y no pensar que tenemos todo hecho.

-«Me he enamorado una vez». Creo que se ha quedado corta. Prefiero esta otra: «‘Prequiero’ demasiado rápido y ‘desquiero’ demasiado lento».

-(Ríe). Esto también lo estoy aprendiendo a cambiar. Porque ahora ya quiero un poco más despacio. Y lo de desquerer me cuesta lo mismo. Pero sí es verdad que solo me he enamorado una vez, y creo que lo de prequerer es demasiado obvio y le pasa a más gente de la que lo reconoce.

-«Te necesito cerca, pero no encima». Ahí no hay ninguna metáfora.

-(Ríe). Sirve para todo. Hay metáfora y no la hay. Encima está muy bien y también el espacio vital está muy bien.

-Escandar Algeet escribe en el prólogo: «‘Primero de poeta’ es una nana para uno mismo: los sueños de la imaginación producen niños, niñas mejor».

--Escandar Algeet es el impulsor de casi todo lo que me ha pasado a mí desde que me lo encontré por casualidad en un recital, hasta este momento que he escrito todo lo que he escrito. Y es bastante sabio este hombre. Hay que hacerle caso en todo. Y las niñas son el futuro.

-Estos poemas los escribió para usted. Después los autoeditó. Más tarde Internet lo hizo todo. Hasta llegar a esta edición. ¿Los lectores ayudan a que los poemas sigan siendo transparentes?

-Siguen siendo transparentes. Los lectores ayudan a que llegue más gente y sobre todo a mí me hacen sentir que los entienden, que era algo que no tenía nada claro cuando los escribí. Y los lectores son la parte más importante porque son los que han transmitido todo el mensaje sobre el libro.

-Sus lectores han compartido en las redes su grito: «Vive, joder, vive». ¿Pese a la que está cayendo o tal vez por eso hay que vivir el momento?

-Siempre hay que vivir el momento. El problema es que no lo tenemos muy claro o el carpe diem lo tenemos solo de boquilla. No lo llevamos a cabo. Lo que hay que conseguir es llevarlo a cabo. No quiere decir que tengas que hacer cosas locas sin pensar en mañana, pero no dejar de hacer cosas porque igual mañana no existe.

-¿Se siente identificada con ese entramado al que llaman ‘nueva poesía’ o ‘poesía en internet’?

-Me siento identificada porque gracias a Internet mi libro se ha conocido. Si no, ni siquiera la editorial hubiera llegado a conocerme. Hay un poco de todo, pero el resto de escritores son bastante jóvenes. Entonces, es otro tipo de poesía, creo.

-¿Los lectores han aprobado su primer curso de poesía o se verá obligada a repetir examen en septiembre?

-(Ríe). Yo quiero repetir, pero la verdad es que todo el mundo me está diciendo cosas bonitas, como para que siga.

-Trabajó varios años como crupier en el Casino de Barcelona. Dice que allí aprendió a observar a la gente. Dígame si la banca gana siempre y cuándo vale la pena jugárselo todo.

-(Ríe). Ay, qué difícil pregunta. La banca no gana siempre pero tiene un porcentaje bastante alto. Y jugárselo todo es importante. El carpe diem hay que saber utilizarlo también. Pero quedarse sentado normalmente no suele tener unos resultados muy bonitos.