Sin embargo, ¡qué poco me gusta, amigos, que Córdoba sea noticia por una noticia triste! Pero hay que decirlo todo, o al menos de casi todo, una parte. Un nombre en nuestra vidriera.

Pero además hay muchos más nombres, por ejemplo, y cambiando mucho de rumbo, decir que Jesús Quintero resucita, en Sevilla el otro día, con su pañuelo, sin su sombrero de copa, su cartera colgada al hombro y su sonrisa de siempre. ¿Qué es lo que quiere decir, Quintero? Mira que si vuelve este otoño con su amigo, aquel llamado Penumbra, que tanta falta nos hace. ¡Ay, el talento y también el talante del Loco de la Colina!

La Lollo, o sea Gina Lollobrigida, que va y sopla cien velas con una tarta tan grande, y dice «¡y lo que me queda!» Hablaremos cuando yo cumpla los cien. Yo no estaré, estoy seguro, pero sí quiero decir que la última vez que hablé con ella fue en Córdoba, en las Bodegas Campos, que espero que la recuerden, aquellos ojos verdes… copla, y aquella alegría, cuando bebía aquel zumo de uva que bebía para ahogar sus penas. Sin saber, que las penas saben nadar.

Palabras, palabras. La foto de la niña de Belén Esteban y Jesulín, porque también es hija suya.

Ahora recuerdo que yo estaba con él aquel día que estrenó De niña a mujer Julio Iglesias en Miami, que yo escribía sus memorias, las primeras porque ahora dice que se están escribiendo otras con un periodista amigo. ¡Cuántos recuerdos tan juntos! Espero que cuente el día en que le llevé a comer a El Churrasco al comedor de los tiesos, cuando El Cordobés, califa, le echó gaseosa al vino Vega Sicilia que había llevado el cantante en su maletín privado. ¡Y cuando Julio vibró de cabreo y le regañó!

-Compadre, --porque eran compadres, de Julio Benítez, precisamente--, ¿por qué hace usted lo que ha hecho?

Y El Cordobés, don Manuel Benítez, le respondió, vaso en mano:

-Lo hago porque me gusta. ¿Hay algo que lo prohíba?

Y se lo bebió de un trago. Es como lo de Fuenteovejuna, que dicen que es patrimonio cultural del mundo. ¿Pero es que no lo era ya?

Y por si fuera poco, les cuento: mi nieta Marta, que es bien guapa, y que se nos va a las Américas para aprender inglés y se lleva una toalla, me dice por teléfono:

-Abuelo, ¿sabes de quién es la toalla? Es esa azul que tú llevabas siempre y que era un modelo exclusivo de Elio Bernhayer, con un ancla y un largo nudo marinero.

De lo que me alegro tanto. También puede usarla de bandera en el balcón de su apartamento de Nueva York. Sería una buena manera de representar a Córdoba en la capital del mundo.

Y protesto. A ver si lo digo, si lo escribo bien. El otro día una reportera, bien guapa por cierto, hablaba desde Montoro porque era noticia ese pequeño pueblo cordobés que había alcanzado la máxima temperatura. No es un pequeño pueblo, niña, es una ciudad histórica, y lo digo con conocimiento de causa. Espero una rectificación urgente.

La Beyoncé, tan hermosa y con acento en la ‘e’, mostrando al mundo sus niños, los dos a la misma vez, vestida de flores y frutas de nuestro Palomo Spain, el modisto de más momento en el mundo.

Y ese libro de memorias de nuestra Terelu Campos, que ya está el segundo en las ventas, Frente al espejo se llama. Espero que no haya olvidado que aquel día en Telemadrid, en el programa Con t de tarde, servidor le descubrió que el Príncipe, entonces, tenía novia y que era una chica rubia de Televisión Española. Rosa Villacastín, que también estaba en la tertulia, me preguntó:

-¿Y no será la Igartibururu?

Y yo respondí a bote pronto, como quien sabía su nombre. Y de buena fuente además, la fuente de… pero no lo quiero decir porque no me da la gana. Igual lo ha contado bien porque esa es una de las cosas más importantes que hizo Terelu en su vida brillante de periodista… Ay, todavía mi memoria, que no se me va del todo.

Es como cuando Salvador Dalí me dijo aquel día en su casa de los huevos coronados de Cadaqués, hay foto, cuando subí a verla hasta arriba:

-Me pregunta usted, joven, que cuál sería mi bebida favorita para el verano… ¿verdad? Pues tome nota. Se trata de una bebida española, cien por cien, a la que llaman paloma. Mezcle usted bien, en un vaso ancho y fuerte, agua de Vichy y Anís del Mono, o cualquier anís de España.

Lo cuento porque es bueno en este momento -¡qué bien suena, cordobeses!- aunque lo que más sonó esta semana fue ese disparo, ese tiro, en nuestra Sierra Morena. Y cuyo eco continúa.