«Las cosas claras y el chocolate espeso», dice el refrán. Y más en el tiempo en el que estamos, la Navidad.

Pero el chocolate es el chocolate, y aquí también en nuestro mapa se hace que es gloria bendita, lo que no quita que yo arrime el ascua a mi sardina, que, por cierto, la prefiero al caviar. Y si el chocolate debe ser espeso, el aceite debe ser de oliva, claro, nuestro y de Córdoba. Que ya estoy esperando como todos los años el que me manda mi amigo Manuel Piedraíta, que, por cierto, me han dicho el otro día que sus Capas Verdes de señores del Olivo estuvieron el otro día por Asturias dando resplandor y gracia a nuestra geografía.

Debo decirles, como estamos en estos tiempos del año, que las navidades las tengo tan cordobesas que más es imposible. De entrada, mi pequeñísimo belén, el del cuarto de trabajo, que ya está en su sitio si bien ayudado por el resplandor de unas hebras de papel de plata. Es el modestísimo, humilde y de verdadero barro y obra del talento del sacristán de Iznájar, que un día me regaló en mi visita a ese pueblo junto al lago. Más allá, en Rute, es donde está mi amigo Pascual Rovira, que siempre por estas fechas me envía ese bocado divino de los sabores ruteños y que mis nietos, todos, saben como yo que llegará en su día, que para eso el burrito del belén es el abuelo de los que hoy tiene Pascual, el Señor de los asnillos, en su ciudad asnal. Por cierto, esa que también nos vale en lo dicho para el chocolate, ya que ahí está el museo de esa delicatesen, el mejor del mundo mundanal.

Aquí cerca, nuestro Rey se acercó el otro día a Jaén para inaugurar el Museo Ibérico, que es algo que no hay en ningún otro sitio del mundo. Ibérico, gran palabra. Y no solo para nuestro jamón de Los Pedroches, que sigue batiendo records. Tanto es así que el otro día estuve recordando, a raíz del aniversario del adiós del pequeño del Dúo Sacapuntas, que ya hace quince que se nos fue, cuando me contó que lo que más le gustaría en el mundo es ser maestro jamonero. ¡Ole! ¡Y este cuerpo mío también! Violinista del sabor, sin duda.

Por cierto, enhorabuena por fin a todos por lo de Hijo Predilecto de la Ciudad de Manolete, que no me gusta dar puntada sin hilo.

Suena el teléfono: «Soy Mónica, la hija de Aurelio Teno. Que he escrito un libro sobre mi padre que se llama Memoria de... y que presentaré en Córdoba el día 17 de enero. Te lo mando ahora mismo». Lo estoy esperando, claro, niña. Mándamelo cuanto antes. Aparte de la tristeza de saber que se está cayendo la casa aquella del Monasterio de Pedrique, que fue su ultimo taller de creación y talento, donde tantas veces acudió servidor de ustedes a ver si se me pegaba algo.

Gloria a Teno, mis leales, que a veces no sabemos lo que hemos tenido. Que siga vivo su recuerdo y a ver qué podemos hacer por su memoria.

Veo en un escaparate en el aeropuerto, de pasada, un libro de recuerdos de Ángel Peralta, el enorme centauro, que tantas tardes de gloria tuvo a caballo en lo nuestro. A caballo y cuando se echaba a pie. Casi cien años de vida y su tributo al caballo, algo que Córdoba hace cada día y a cada hora dignificando al caballo de pura raza español.

Me confirman que Julio Iglesias está escribiendo sus memorias, y espero que no se olvide de aquella noche cordobesa en la Sala de los Tiesos de la Judería, donde también estaba nuestro Cordobés de toda la vida, Manuel Benítez, además de Jesús Quintero ‘El loco de la colina’.

Eso sí, no quiero dejar atrás el aplaudir, y por lo tanto aplaudirme, porque Manuel Díaz, el hijo de El Cordobés padre, va a ser el que nos de las doce uvas el día 31 desde Córdoba (ya era hora), y además en la hermosa compañía de Esther Arroyo, pareja de lujo para terminar un año y empezar otro en el que, por cierto, Córdoba está pidiendo sitio en todos los terrenos.

Y quiero decirles (además me lo han pedido) que Raphael solo sufrió un susto, el que le provocó una gripe que le asaltó de pronto en las Islas Canarias, pero nada más. Me comentan que se repone del susto y que está dispuesto a seguir dando paz. Paz, que es lo que quiere dar, y no guerra, hasta el año 2050 como poco.

Así que... ajusten cuentas de cuánto tiempo vamos a poder disfrutar del cantante.

Y El Pele, que en Madrid ha presentado su nuevo trabajo. Ese filósofo de las cuatro esquinas cantando, sintiendo... Y que ha dicho, sin duda, la frase de la semana, por no decir del año entero: «En esta vida todo depende de lo que hayas ido sembrando». Una sentencia que no es de nuestro otro filósofo Lucio Anneo Séneca, sino del otro también paisano nuestro, ese que canta y siente.