Unos 5.100 cordobeses han acudido a las playas de Villaricos-Palomares para disfrutar del Dreambeach, uno de los mayores festivales de música electrónica del país. Los ahorros de todo un año verán sus frutos en los próximos días con el techno, bass, hardstyle, trance y hip-hop como protagonistas. Cuentan que quien acude, repite, y el cartel, repleto de DJ y cantantes de la talla de Martin Garrix o Alan Walker, Mala Rodríguez o Kase O motiva a los jóvenes. Podrán disfrutar de cuatro escenarios, en los que habrá conciertos de distintos grupos y artistas de manera simultánea. Un total de ocho autobuses se han fletado desde la capital cordobesa, aunque plataformas de coche compartido mueven a gran parte de los asistentes, junto a los vehículos propios. Los diferentes alojamientos disponibles se adaptan a las necesidades de los bolsillos, con novedades como el glamping (cámping de lujo con glamour), aunque los más puristas reconocen no ser partidarios de esta opción. Ayer, Brain Brakers dio el pistoletazo de salida a cuatro días llenos de música para todos los gustos.

Esteban y Óscar son dos estudiantes de La Rambla que se quiebran la cabeza cada verano para poder acudir un año más a este festival. Acuden por segunda vez al cámping, donde se concentrarán hasta 30.000 personas. «Trabajamos durante los fines de semana para poder comprar la entrada», dicen los dos amigos. Les cuesta 97 euros, con acampada incluida. «La relación con los vecinos de tienda de campaña queda para siempre», afirman ya con la tranquilidad de tener su pequeña carpa colocada. Viajaron gracias a plataformas de coche compartido como Blablacar junto a una pareja cordobesa que también acudía al evento, con el objetivo de ahorrar un dinero en el trayecto.

«El que no va al cámping no siente de verdad el festival», comentan sobre los nuevos modos de alojamiento que proliferan últimamente. Eso sí, también reconocen que los espacios de la zona de acampada llegan a ser limitados. Más de 150.000 personas, en un espacio de 500.00 metros cuadrados, terminarán con el silencio y tranquilidad de una localidad de 600 habitantes como es Villaricos. En la edición del año anterior, el festival obtuvo un impacto económico en la zona de 12 millones de euros debido a la alta afluencia de jóvenes. Y entre ellos están Rubén y sus amigos, que llegan desde Posadas con su vehículo propio. Han alquilado una casa cercana a Cuevas de Almanzora, en la que ya llevan varios días antes del inicio del certamen haciendo turismo por los alrededores. «Es mejor para la higiene, la comida y el descanso», aseguran los amigos. Uno de ellos, Francisco, apela a las sensaciones vividas para volver al encuentro.

Por su parte, David, desde Córdoba capital, es un dreambeacher en toda regla, ya que es la sexta vez que acude al evento. «Vivir la sensación de un festival y ver a todas las personas unidas por la música es único», explica mientras intenta desmontar ese mito callejero de que a estos eventos se acude solamente en busca de excesos. Ahora solo queda que todos regresen a Córdoba con la mochila llena de buenos recuerdos gracias a la música.